Roberto Otaegui Echeverría, escritor
"Yo creo que es genético. En Euskadi sentí muy fuerte esa cosa ancestral de la montaña"
* Traducción al español del original en euskera
Palmira Oyanguren M.
El escritor chileno, Roberto Otaegui Echeverría, guarda en el corazón y en sus genes, una tradición milenaria. En su nueva novela, "Sombras en el Tiempo", relata la historia de su tatarabuelo, nacido en Beizama, Guipuzkoa, el que entre aventuras y desventuras se encuentra con el fin del mundo...
En su casa ubicada en Olmué, un pueblo a una hora y media de Santiago, entre montes y caminos de tierra se ha auto exiliado este personaje de facciones quijotescas para dedicarse a su gran pasión: la literatura. En un día lluvioso de invierno, frente a la chimenea y rodeado de objetos arqueológicos precolombinos, relata la historia de sus antepasados.
Para Otaegui los vascos llegan a nuestro país a fines del XVII-XVIII, trayendo en sus maletas la Ilustración, y lejos de tener aires conquistadores se dedican al comercio. Por otra parte, al casarse con mujeres criollas de grandes fortunas se convirtieron en verdaderos aristócratas, además de partidarios de la Independencia de Chile. Su misma familia confirma lo anterior.
"Mi tatarabuelo, el personaje principal de mi nueva novela, José Antonio de Otaegui y Mendizabal, nació en Beizama en 1765 y era capitán de la Real Compañía Guipuzkoana de Caracas (1728 a 1785), la que negociaba con Venezuela. Fue el dueño de una fragata llamada "Nuestra Señora del Carmen" alias el "Diamante" y llegó, por un tema que desconozco, a costas chilenas, donde se casa, en 1802, con Josefa de Astaburuaga, hija de un acaudalado hombre de negocios y dueño de la estancia Laguna Verde, cerca de Valparaíso. Fueron padres de cuatro hijos varones y él murió en Lima en 1815".
Su segundo apellido, Echeverría, también tiene su historia.
"A un capitán de la Conquista de apellido Aragón, por haber luchado en la Guerra de Arauco, le dieron un fundo enorme en las tierras del Romeral, cerca de Olmué. Echeverría, mi remoto abuelo, llega por esas tierras y se casa con la hija de Aragón. El único hermano de la joven era cura, por lo que al morir le deja todo a su hermana, quien junto a su marido crean prácticamente una provincia. El nieto de este matrimonio, mi tatarabuelo don José Joaquín Echeverría, lucha contra los españoles por la Independencia y lo toman prisionero, embarcándolo hacia el Callao, Perú. Fue aquí cuando el libertador de Chile, don Bernardo O’Higgins, hace un trueque de prisioneros con un coronel español y mi antepasado logra volver al país. Echeverría hizo amistad con los patriotas peruanos, quienes le entregaron los planos del Callao para la invasión que después haría San Martín. ¡En los zapatos los traía escondidos!... es que los vascos hemos estado siempre metidos en muchos follones".
-¿Cuál fue su primera incursión en la literatura?
A los 15 años escribí mi primera novela. El personaje principal era un ruso, ya que soy un amante lector de Dostoievski. El joven era muy aficionando al alcohol, pero no bebía vodka, al igual que los caballeros rusos de aquella época imperial, eso era propio del los mujik, bebía Kefir. Mis compañeros, que ya habían ojeado algunas de las páginas de mi novela, juntaron un poco de dinero y para mi cumpleaños hicieron una cena en mi honor, con una condición, que sólo bebiera ese trago horrible, dulce y sumamente alcohólico, ¡terrible!. Al tercer trago me tuvieron que ir a dejar a mi casa en brazos, entonces el libro fue quemado en un acto de fe antialcohólica.
Terminado el colegio, este hijo de agricultor, estudió arquitectura por algunos años, carrera que abandonó y luego, para ganarse la vida, fue vendedor de vinos.
"Viajaba al sur donde tenía contactos, un socio, y de eso vivía, después yo me dediqué a la política. Gané bastante con los vinos, seguramente no tomaba tanto como ahora, porque si no me habría ido muy mal".
-¿Cómo de comerciante pasó a la vida política?
Militaba en un partido socialista, y además era muy amigo del hijo del Presidente de la República, el General Carlos Ibañez, postulé para candidato a diputado en una lista que apoyaba al general. El presidente me dijo, "pero Roberto tú eres escritor, no político. Quiero que te vayas a España, para que acompañes a mi hijo". Yo accedí, pero con la condición que me diera el cargo más bajo dentro del consulado, y así fue como obtuve el cargo de tercer secretario.
Cinco años permaneció en Madrid como cónsul, y fue la oportunidad ideal para reencontrarse con sus raíces.
-¿Cuál fue su primera impresión al conocer Euskadi?
Fue como volver a casa. Conocí el caserío de los Otaegui en Beizama, y aunque ya no pertenece a mi familia, los cuidadores muy amablemente me permitieron visitarlo.
Encontré la misma imagen que tenía en la cabeza. Algo hay, no sé, hoy se habla de genética ¿no?. Yo tengo tres perros, aunque su generación anterior ya murió, tienen los mismos defectos y virtudes que tenían sus padres. Yo creo que es genético. En Euskadi sentí muy fuerte esa cosa ancestral de la montaña. Cuando decidí retirarme a un rincón de Chile para dedicarme a escribir primero pensé en el mar, me gustaban mucho las novelas del mar porque mi remoto abuelo había sido marino, iba mucho buscando la costa, pero la monotonía del mar me angustiaba, eso no era lo mío y caí aquí, en la montaña, muy parecida a mí montaña del País Vasco. Nosotros fundamentalmente somos montañeses, el silencio, la tranquilidad, eso es lo que nos llama.
De vuelta a Chile
Durante los años 70’ el presidente de turno, Salvador Allende, le pide que regrese a Chile para que se convierta en su Director de Protocolo. Tres años más tarde, durante el Golpe Militar, debe esconderse en el campo de un amigo, paradójicamente de derecha, y una vez que pasa el peligro se va a Olmué, donde vive actualmente junto a su segunda mujer. Con dos matrimonios en el cuerpo y 9 hijos a su haber, este escritor si bien optó por retirarse a la tranquilidad del campo, está muy al día del momento político que vive Euskadi.
"Lo que yo crea de la política actual es una gran mentira latinoamericana. Es la ilusión de quien no vive en el lugar, sin embargo yo quisiera que fuera un país... el nuestro es un país. Hoy el mundo está recuperando sus verdades, mira lo que ha pasado con Rusia que fue un imperio que dominaba el mundo y hoy surgen distintos pueblos, los que fueron unidos sólo por un tema político. En definitiva vamos a un gobierno mundial, donde los grandes países se van a deshacer, como el caso de Europa que actualmente se está convirtiendo en un país, pero cada región ya no se va a unir como, por ejemplo Italia, sino cómo Nápoles, Sicilia... la Europa de los pueblos. Me acuerdo haber leído y haberme reído mucho cuando se empezó a hablar de la unión europea y había una caricatura de un diario español dónde se encontraban dos personas mirando a la distancia y uno le decía al otro: ¡Hombre por fin vamos a estar todos juntos! Sí, le contesta el otro, ¡qué felicidad... lo único malo es que tenemos que juntarnos con el pueblo vecino de mierda!".
Roberto Otaegui
Roberto Otaegui, excelente narrador de las miserias y grandezas del hombre, ha pasado por varios estilos literarios como la novela histórica, el cuento y la novela; dejando en claro, en todas ellas, que es una de las grandes figuras de las letras chilenas. Los premios obtenidos en Chile y en el extranjero, así lo avalan.
Su última novela publicada fue "Las Indias de Caín", en 1998. Centrada en la Conquista, representa la segunda entrega de la trilogía que Otaegui dedica a la epopeya de la Colonización de América. La primera, "Donde se Pone el Sol", en 1957 por la que ganó en España el Premio Pedro Antonio Alarcón, trató el Descubrimiento. Queda pendiente la tercera, que describirá la consolidación del dominio hispano en nuestro continente. Antes de esta última publicó "La Eternidad no es mía", en 1965, por la que recibió el Primer Premio en los Juegos Literarios Gabriela Mistral, otorgados por la Municipalidad de Santiago.
Su primera publicación fue una serie de cuentos llamados "Del Mundo Interior" en el año 1952. Luego escribió "Cinco Historias Diplomáticas" y "Tú Sangre Pertenece a los Dioses", para el escritor su mejor obra, que trata sobre el sacrificio que hacen los hombres a los dioses de su época.
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