Un retoño de Gernika en el corazón de Santiago
Palmira Oyanguren M.
La noticia de la reciente muerte del Árbol de Gernika, ante el cual juran su cargo el lehendakari y el diputado general de Vizcaya, puede ser considerado sólo como un lamentable hecho anecdótico, si consideramos que tanto en Euskadi como en la diáspora se proyecta como un imposible la desaparición de un símbolo que crece inexorablemente en todos los lugares en donde se encuentre un vasco. Con este espíritu en Chile en el año en 1931 se inauguró La Plaza Vasca o Euzko Enparantza, coronada por un retoño del mítico roble. El mismo que hoy, a sus 77 años, goza de muy buena salud.
El testimonio urbano más perdurable y simbólico de los vascos en Chile ha sido Euzko Enparantza o Plaza Vasca, ubicada en la cima de uno de los cerros más tradicionales y hermosos de Santiago de Chile: El Cerro San Cristóbal (llamado también Parque Metropolitano). Este fue el lugar elegido para plantar un retoño del Árbol de Gernika, el 9 de noviembre de 1931.
La historia cuenta que el archivero de la Casa de Juntas de Gernika entregó a don Marcos de Iruarrizaga 12 bellotas del roble sagrado para que éste las enviara a don Alfonso de Iruarrizaga y Musatadi, residente en la ciudad de Valparaíso. De una de estas bellotas nació el renoval instalado en la plaza. Los documentos que acreditan lo anterior están enterrados en una arqueta de bronce al pie del árbol. La Plaza Vasca, como hoy la conocemos, se creó gracias a la iniciativa de Eusko Gastedija y fue inaugurada el 5 de noviembre de 1933. Junto a la pequeña capilla se instaló un banco tallado en piedra, donado por don Vicente Yarza, y su respaldo fue decorado con los escudos de arma de Euskal Herria y la Ikurriña, todos ellos esculpidos en mármol.
La placa recordatoria, inaugurada por el Lehendakari José Antonio Ardanza en su visita a Chile durante 1992, exhibe cada día a los cientos de curiosos – tanto chilenos como extranjeros- que pasean por este tranquilo lugar, la siguiente leyenda: “Plaza Vasca. Desde 1931 ofrece su sombra este auténtico retoño del Árbol de Gernika. El roble sagrado de Vizcaya, símbolo de libertad y justicia, hunde sus raíces en la milenaria tradición vasca. El viento de los siglos esparza sus hojas y como mensajeras del País Vasco, fertilicen la tierra chilena. Guernikako arbola da bedeinkatua euskcaldunen artean guztiz maitatua. Instituto de Conmemoración Histórica. 1992”.
Mikel Deuna
Para los festejos de Mikel Deuna o San Miguel, los que se realizan durante el último domingo del mes de septiembre, los amigos y socios de Euzko Etxea de Santiago suben a la cima del cerro y allí, dentro de la sobria capilla de la Plaza, el coro de la casa vasca los deleita durante la misa con sus bellas canciones. Luego, el clásico aurresku de honor frente al retoño y las danzas del grupo de baile. Esta historia se repite año tras año y no dista mucho de lo que sucedió en la década del 30, en su inauguración. En ese entonces el Orfeón Vasco cantó Guernikako Arbola, de Iparraguirre, y los dantzaris al son de txistus y tamboriles completaron el cuadro euskaldun de ese día. El Padre Justo María de Mokoroa habló con fervor patriótico: “El árbol de la Libertad Vasca se alza como un monumento vivo de las virtudes de nuestros padres, se alza en el horizonte de nuestro Euskadi como un faro de esperanza…”.
Y como hoy, en aquella oportunidad seguramente todos los asistentes se habrán reunido después en torno a una suculenta mesa para celebrar, no sólo la conservación de una cultura y sus tradiciones, sino también la siembra de un nuevo futuro, tanto para su tierra de origen, como para el país que los acogió.
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