Euskal Herria desde el lejano Chile
Ainara MADARIAGA GARCÉS DE LOS FAYOS
Traducción: Koro GARMENDIA IARTZA
Jatorrizko bertsioa euskaraz
La palabra imaginario tiene un encanto especial, al menos así nos parece a algunas personas. Lo imaginario es todo cuanto imaginamos, pensamos, soñamos, representamos, concebimos, sentimos o sugerimos en nuestro fuero interno, y es lo que trataremos de explicar a lo largo de estas líneas. Ubicaremos el ámbito geográfico del tema a analizar en Chile, y el espacio imaginario en Euskal Herria; es decir, analizaremos los imaginarios de los vascos-chilenos desde Chile sobre Euskal Herria. Para ello emplearemos una metodología muy valiosa, la de la historia oral, la cual nos permitirá a través de las palabras y de las narraciones de los vasco-chilenos, conocer cómo se imaginan Euskal Herria, tan lejana y, al mismo tiempo, tan cercana. Lejos en cuanto a la distancia, y cerca en el corazón y en la mente. El imaginario, el recuerdo, la idea, el sentimiento vasco, va pasando de siglo en siglo y de generación en generación, y, más que perderse, todavía perdura en este siglo XXI.
Benedict Anderson define la comunidad imaginada de la siguiente manera: “La nación es una comunidad política imaginada, limitada y soberana” y “La magia del nacionalismo es la conversión del azar en destino”1. Si la Humanidad piensa que las naciones se crearon en el comienzo de los tiempos, es que está equivocada. Las naciones no han sido así a lo largo de la Historia, no surgen de forma natural, sino que las creamos constantemente, al igual que las identidades, que las adaptamos sin cesar, en un proceso que no tiene fin. Podemos asociar la idea de que “todos los cambios de conciencia que sean profundos, provocan amnesias diferenciadoras. Y, en un determinado momento histórico, estos olvidos dan paso a las narrativas” con los planteamientos del investigador postcolonialista Homi K. Bhabha, quien sostiene que las naciones son construcciones narrativas de la híbrida interacción entre la competencia o lucha entre culturas, fusión que bautiza como “Tercer Espacio” (Third Space). Cuando las tradiciones del país de origen de las migraciones se encuentran con la cultura del país receptor, empieza a producirse el mestizaje. En efecto, es lo que sucedió cuando los vascos y sus descendientes llegaron a Chile como emigrantes o exiliados, y se toparon con la cultura y tradiciones del país. Ahí es donde empieza a ponerse en marcha el mestizaje, o lo que Bhabha denomina hibridaje (Hibridity). Gloria Totoricagüena emplea un término similar para definir las identidades de la diáspora, incluida la vasca: identidades híbridas o multidimensionales (multidimensional identities). Los vascos, siempre y cuando puedan considerarse diáspora, buscan su propia identidad y tratan de imaginarla en cualquier punto del mundo al que emigren.
Uno de los destinos de las corrientes migratorias es la República de Chile, donde los vascos han estado presentes desde el siglo XVI. Parece ser que a lo largo de aquel mismo siglo y del siguiente, los vascos -del País Vasco peninsular- constituían en torno a un veintisiete por ciento de la población. Se suele decir que, en el siglo XVIII, los vascos formaron una aristocracia, o, incluso, que la aristocracia de Chile fue creada por los vascos; por eso recibe el nombre de aristocracia castellano-vasca. No es de extrañar escuchar este tipo de comentarios, cuando la célebre frase de Unamuno (“Los vascos han hecho dos cosas: la Compañía de Jesús y Chile”) tiene en Chile prácticamente la consideración de doctrina. La inmigración chilena, en general y a lo largo de la historia, no ha sido superior a un cinco por ciento, pero no debiéramos valorar esta cifra cuantitativamente, sino cualitativamente, puesto que sólo así veríamos cuán importante ha sido en Chile la presencia de los vascos, cuya huella podemos encontrar por doquier: en la toponimia, en los apellidos, en las calles2 y, como muchos aseguran, incluso en el propio carácter del país. La chilena Trinidad Zaldívar, cuya ascendencia vasca se remonta al siglo XVII, distingue dos comunidades entre los vasco-chilenos: los que aparecieron con la Colonia, y los que llegaron durante el siglo XX. En la conversación que mantuve con ella, se expresaba de la siguiente manera: “Siento que la primera comunidad fue chilena, a la cual yo me refiero es que es parte ya como…del hueso de Chile, hay algo, es como si el País Vasco hubiese dejado un legado permanente, yo en alguna parte, siempre he pensado que la gente que vino, fue como una expansión geográfica del País Vasco, como si Chile fuera una extensión también de ese territorio”. Cuando Trinidad visitó nuestro país, le pareció estar ante un espejo de Chile. Del mismo modo, muchos vasco-chilenos ven en Chile un reflejo del País Vasco. Drina Urdangarín, hija de euskaldunes, describe a Chile recurriendo a Euskal Herria: “Es que acá en Chile, hay lugares muy parecidos, que es Chiloé, es precioso igual, es un lugar verde con ovejas, con lluvia, nubes, como nubes gorditas y es tan similar a…es como eso, y el mar, me falto decir el mar”3. Drina está aprendiendo euskara de la mano de su padre, en la Euskal Etxea de Santiago de Chile. Lo hace “porque es una lengua que me gusta; es tan distinta, que me ayuda a ver el otro lado de las cosas”. La chilena Maite Camús, nieta de euskaldunes, recuerda así el primer contacto que tuvo con Euskal Herria, a los catorce años: “Cuando llegué a Algorta... me dio la sensación de que estaba en casa. Comían las mismas cosas, tenían las mismas costumbres, el mismo carácter. Preparaban la comida exactamente igual que en mi casa. Los tres meses que pasé allí son los recuerdos más bonitos que tengo. Me sentí como si estuviera en mi propia casa, con mis tíos y tías, primos y primas, y demás familiares. Los quería mucho. Siempre nos habíamos escrito cartas, y nos enviábamos postales por Navidad, pero nunca hasta entonces los había visto”. La imagen que tenía de Euskal Herria antes de realizar su primera visita era muy distinta: “A pesar de que en mi familia siempre ha estado muy presente, me parecía un lugar muy lejano. Aun así, cuando llegué a Euskal Herria, vi que era tal como me lo habían contado”. Tere Zumalde, natural de Bilbao y residente en Chile desde 1961, evoca de esta manera su país natal: “Yo me acuerdo pues a lo mejor infantil ¿verdad? De los abuelos, del caserío, de vacaciones. Quizá lo recuerdo así más de la infancia. Yo salí de Bilbao a los 18 años y de Oñate que es donde íbamos a veranear, son recuerdos un poco de la adolescencia, de la infancia, son como románticos, como ingenuos”. La gente que partió de Euskal Herria directamente hacia Chile conserva intacta su identidad vasca, aunque con cierta influencia chilena. Esta mezcla da lugar al hibridaje o fusión, como consecuencia de la cual se presentan personas con matices vascos y chilenos; es decir, los vasco-chilenos. El filósofo Castor Narvarte, emigrado a Chile en 1939, valora su situación de la siguiente manera: “Nunca me he sentido chileno; me siento vasco. Estoy aquí como en un país de paso. Mi patria es Euskal Herria. Es Bidasoa, Jaizkibel, Navarra, los lugares donde íbamos en verano con mi madre”. Echa de menos Euskal Herria, Navarra, Gipuzkoa, Irun, Hendaia, las Peñas de Aia, el Valle de Ultzama, Baztan, Belate. “Es una imagen sensible de la patria”, y añade: “la imagen intelectual no es una mera imagen, en mis recuerdos, es una interpretación”. Antonio Andrés Urbieta, nacido en Plentzia en 1918 y que vive en Chile desde 1945, no tiene ninguna duda al afirmar que él es mil por cien vasco, y que su mejor terapia consiste en cantar en el coro vasco de Santiago de Chile. Malen Letamendi, chilena de padres euskaldunes, confiesa, al igual que Andrés Urbieta, sentirse cien por cien euskaldun.
Hay en Chile dos mujeres que emigraron desde Baztan, muy vascófilas y de marcado carácter vasco, pero llevan años residiendo en Chile y han formado su familia aquí, por lo que tienen este país muy metido en el corazón. “siempre se echa algo de menos, porque mira yo te voy a decir, ahora yo por ejemplo cuando voy, voy bien contenta, pero cuando vengo, vengo más contenta”, asegura Eustakia Etcheverrigaray, nacida en Etxalar en 1917. Opinión que es compartida por Dominica Etchart, nacida en Erratzu en 1927. Al preguntarle si estaría dispuesta a regresar a Euskal Herria para siempre, responde que “no. Aquí estoy tan bien, que no creo que allí vaya a estar mejor. No. Si mis hijos decidieran irse, yo también me iría, pero, en lo demás, ¿ir hasta allí? ¿Para qué?”. Lo que más echan de menos estas dos baztanesas es el ambiente de los domingos. “Pasábamos el día con las amigas. A lo largo de la semana no solíamos tener mucho tiempo, porque entre los trabajos de casa, ir a la panadería, hacer la compra, lavar la ropa, etc., no podíamos hacer nada más. Pero los domingos llegaba la diversión, la misa, las canciones. Había una chica que tocaba el armonio, y yo cantaba”. También Eustakia añora los domingos de Euskal Herria: “Lo pasábamos en grande, bailando en la plaza. Es lo que más echaba de menos cuando vine a Chile. En Euskal Herria, la gente bailaba; aquí no”. Ambas mujeres viven en la actualidad en Santiago de Chile, uno de cuyos centros de socialización es precisamente la Eusko Etxea, aunque en ella no se repiten ambientes como el que se respiraba en Baztan. Por eso añoran tanto los domingos de Euskal Herria. También sienten nostalgia al escuchar canciones vascas. Dice Dominica que de Euskal Herria se acuerda "sobre todo al escuchar las canciones. Se me pone la piel de gallina. Al principio echaba muchísimo de menos mi casa, las comidas”.
Hay muchos euskaldunes en Chile: bien los que emigraron o se exiliaron directamente desde Euskal Herria, bien sus descendientes; lo cierto es que hay mucha gente que hoy se siente vasca en Chile. Hay también numerosas personas que ignoran que sus apellidos u orígenes son vascos. Los que saben que tienen algún matiz vasco, sin embargo, no cesan de imaginarse a Euskal Herria; al igual que hacemos nosotros, los vascos. Unos desde fuera y otros desde dentro, pero Euskal Herria es constantemente imaginada. ¿Qué es el Euskadi actual, el real, sino retazos de pasado, de presente y sueños de futuro? ¿Cuál es la identidad vasca, sino aquella que recreamos y construimos todos constantemente desde aquí y desde todas las esquinas del mundo?
1 Benedict ANDERSON: Imagined Communities. Reflections on the origin and spread of nationalism, Verso, London, 1991 (revised edition, first edition 1983)
2 Miguel Laborde ha llegado a contar en Santiago de Chile más de cuatrocientas calles con nombres vascos.
3 Estas entrevistas han sido realizadas a vascos residentes en Chile, entre octubre de 2004 y enero de 2005, tanto a los originarios de Euskal Herria como a los nacidos en Chile, a personas de diversas edades, ambientes, ideologías y género, pero vinculadas siempre al mundo vasco.
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