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EUZKO ETXEA SANTIAGO Gernikako Arbola

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ARANTZAZUKO EUZKO ETXEA

La participación de Álava, Gipuzkoa y Vizcaya en el poblamiento de Chile que en la primera mitad del siglo XVII estaba precedida, en cantidad, por la de Andalucía y las dos Castillas, desplaza en la segunda mitad de ese siglo a Castilla la Nueva; en la primera mitad del siglo XVIII a Andalucía, y en la segunda a Castilla la Vieja. En el mismo lapso desplazan los navarros a castellanos nuevos y andaluces. En suma, entre los siglos XVI y XVIII la participación conjunta de los vascos se estima en un 27% (18,1% procedentes de las vascongadas y 8,9% de Navarra.)

No debe extrañar, por consiguiente, que se llenen páginas completas de la guía de teléfonos de Santiago con apellidos vascos.

Los vascos desde el descubrimiento de Chile hasta la época actual, han estado presentes en todos los momentos de la vida del país, desde su conquista, tanto en su organización en la época de la Colonia y como posteriormente, con mucho peso, en la formación de la República. Son numerosos los apellidos vascongados que desde aquella época forman el Congreso, el ejército y la magistratura y lógicamente la Iglesia.

A partir del siglo XVIII los vemos en el establecimiento y creación de industrias y servicios, en fin, participando en toda la vida social, intelectual y política del país través de toda su historia.

“De los vascos en Chile y sus instituciones” Pedro Oyanguren

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La agrupación vasca más antigua que conocemos en Chile, fue la Cofradía de Arantzazu en el siglo XVIII, con precedentes en Mexico y Lima, que fue creada con fines benéficos para ayudar a vascos en extrema necesidad. Posteriormente a fines del siglo XIX, funcionó en Valparaíso una institución llamada Irurak Bat. También en esa época existió otra similar en la ciudad de Concepción. Ambas contaban con canchas de Pelota y esa es la razón de que las conozcamos por fotos en la prensa de aquella época.

En 1912 se crea el Centro Vasco en Santiago y el año 1931 nace Eusko Gaztedija, indudablemente como consecuencia de los acontecimientos políticos acaecidos en España al instaurarse la República.

La vida social de ambas instituciones fue en general cordial, aunque desarrollaban su actividad en locales diferentes. Pero durante la Guerra Civil de España hubo cierto malestar por la distinta actuación de ellas.

Pasada la guerra y con la primera visita de nuestro Lehendakari José Antonio de Aguirre, se olvidaron posiciones antagónicas y superados todos los inconvenientes, se llegó a la idea de unidad, formando una sola institución.

Aunando esfuerzos se logran refundir y formar el 19 de Julio de 1949 el actual Eusko Etxea.

“De los vascos en Chile y sus instituciones” Pedro Oyanguren

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De los vascos en Chile y sus instituciones

* Traducción al español del original en euskera

Pedro Oyanguren

Si en el siglo XVI de las 157 familias de la Península que se establecieron en Chile, 39 de ellas tienen apellidos vascos.

¿Como podríamos cuantificar la población de origen vasco en nuestros días?.

La participación de Álava, Gipuzkoa y Vizcaya en el poblamiento de Chile que en la primera mitad del siglo XVII estaba precedida, en cantidad, por la de Andalucía y las dos Castillas, desplaza en la segunda mitad de ese siglo a Castilla la Nueva; en la primera mitad del siglo XVIII a Andalucía, y en la segunda a Castilla la Vieja. En el mismo lapso desplazan los navarros a castellanos nuevos y andaluces. En suma, entre los siglos XVI y XVIII la participación conjunta de los vascos se estima en un 27% (18,1% procedentes de las vascongadas y 8,9% de Navarra.)

No debe extrañar, por consiguiente, que se llenen páginas completas de la guía de teléfonos de Santiago con apellidos vascos.

Los vascos desde el descubrimiento de Chile hasta la época actual, han estado presentes en todos los momentos de la vida del país, desde su conquista, tanto en su organización en la época de la Colonia y como posteriormente, con mucho peso, en la formación de la República. Son numerosos los apellidos vascongados que desde aquella época forman el Congreso, el ejército y la magistratura y lógicamente la Iglesia.

A partir del siglo XVIII los vemos en el establecimiento y creación de industrias y servicios, en fin, participando en toda la vida social, intelectual y política del país través de toda su historia.

La agrupación vasca más antigua que conocemos en Chile, fue la Cofradía de Arantzazu en el siglo XVIII, con precedentes en Mexico y Lima, que fue creada con fines benéficos para ayudar a vascos en extrema necesidad. Posteriormente a fines del siglo XIX, funcionó en Valparaíso una institución llamada Irurak Bat. También en esa época existió otra similar en la ciudad de Concepción. Ambas contaban con canchas de Pelota y esa es la razón de que las conozcamos por fotos en la prensa de aquella época.

En 1912 se crea el Centro Vasco en Santiago y el año 1931 nace Eusko Gaztedija, indudablemente como consecuencia de los acontecimientos políticos acaecidos en España al instaurarse la República.

La vida social de ambas instituciones fue en general cordial, aunque desarrollaban su actividad en locales diferentes. Pero durante la Guerra Civil de España hubo cierto malestar por la distinta actuación de ellas.

Pasada la guerra y con la primera visita de nuestro Lehendakari José Antonio de Aguirre, se olvidaron posiciones antagónicas y superados todos los inconvenientes, se llegó a la idea de unidad, formando una sola institución.

Aunando esfuerzos se logran refundir y formar el 19 de Julio de 1949 el actual Eusko Etxea.

Entre los años 1937 y 1960, funciona también una delegación del Partido Nacionalista Vasco en Santiago y alguna otra ciudad en el país. En los mismos años trabajó la oficina de la Delegación del Gobierno Vasco en el Exilio.

En Chile existen en este momento las siguientes instituciones de origen vasco: la primera y a la vez organizadora de todas las demás es Eusko Etxea en Santiago de Chile, cuyos orígenes se remontan a 1912.

En 1961, nace el Instituto Chileno Vasco de Cultura Alonso de Ercilla y Zuñiga, institución con fines culturales que pretendió, de alguna forma, recuperar a las antiguas familias de origen vascongado avecindadas en Chile desde hace varias generaciones.

Posteriormente, se crean a instancias de Eusko Etxea y con el apoyo del Gobierno Vasco, la Fundación Vasco Chilena para el Desarrollo y la Corporación para la Formación y el Desarrollo, Forydes, cuyas personalidades jurídicas se obtienen en 1993 y 1994 respectivamente.

Finalmente, el 9 del Noviembre de 1994 se forma la Agrupación de Profesionales de Origen Vasco que cuenta en la actualidad con 150 afiliados con más de 30 profesiones distintas.

En la actualidad se están formando, aunque sin domicilio fijo, Centros en la ciudades de Viña del Mar, Linares y Valdivia ( Región V / VII / y X).

De las instituciones mas antiguas es poco lo que conocemos y habrá mas de alguna que no tengamos incluso noticias de su existecia. Es proverbial lo de que los vascos no escriben su historia, solo la viven.

Bibliografía

J.Retamal F.,C. Celis A., y Juan Guillermo Muñoz. "Familias Fundadoras de Chile". Págs. 7 y 719. Edit. Universitaria S.A. Santiago Nov. 1992.

2 L.Thayer Ojeda. "Elementos étnicos que han intervenido en la Población de Chile" Imp. La Ilustración. Stgo. 1919.

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La Bota Verde y el euskera

Pedro OYANGUREN

Mi abuelo Francisco- natural del caserío de Etxeberri en el barrio de Zañartu en Oñati- y la abuela Teresa - del caserío de Garagaltza, del mismo pueblo- llegaron a Chile en los últimos años del siglo XIX (1881 y 1899). Francisco tenía una tienda en la calle Alameda en Santiago, por lo que continuamente viajaban en barco a Europa para traer productos para su tienda. Por esta razón, algunos de sus hijos nacieron en Oñati y otros en Chile. A mi padre le tocó venir al mundo en la capital chilena, sin embargo estudió en el País Vasco en los Maristas, quienes por aquellos años tenían un colegio en Oñati. Esta experiencia le dejó marcas imborrables. Se trajo algunas también en el cuerpo. Su hermana Teresa siempre le llamaba cariñosamente “el Chato”, pues también se dejó allí los huesos de su nariz al caer por la escala de piedra del caserío de Garagaltza.

La tienda del abuelo duró hasta la gran crisis del 30 y mi padre comenzó a trabajar con unos vascos que tenían una gran fábrica de zapatos en la ciudad sureña de Talca: Calzados Yarza. El mercado que cubría esta fábrica era fundamentalmente el sur de Chile. Mi padre se desempeñó en ella como vendedor viajero, por lo que tuvo que crear en muchos pueblos del Sur, las tiendas de los Yarza. Todas aquellas zapaterías tenían el mismo nombre: “La Bota Verde”. La última que le tocó abrir fue en Punta Arenas, en la zona de Magallanes, en lo más austral de Chile. La única forma de llegar a estos confines en aquella época desde el centro del país, era en barco. También hacía viajes al interior, donde estaban las grandes estancias ovejeras. Tal era la incomunicación de la época que los estancieros tenían sus propias pulperías para abastecer a su personal.

Cuando viajaba a estos lugares anunciaba previamente su llegada y frecuentemente era recibido en el puerto hasta con banda de músicos. Los estancieros también lo esperaban con avidez, incluso se lo “peleaban” unos a otros, con el fin único de que el viajero les relatara las últimas noticias de la capital y del mundo.

Había algunos aún más aislados, los puesteros. Ellos pastoreaban los rebaños de ovejas y sólo llegaban a las casas de las estancias un par de veces al año.

Varias de estas enormes extensiones de tierras pertenecían a vascos y fue allí donde mi padre escuchó hablar el euskera, tanto a los patrones como al personal. Seguramente debido a las condiciones de aislamiento, los larguísimos inviernos con sus fuertes vientos, el aburrimiento y el empeño que pondrían aquellos empecinados vascos en enseñar su antigua lengua a los que estaban con ellos, para así sentirse más cerca de su lejana tierra.

Con el pasar del tiempo -quizás por la reforma agraria en la década de los 60- aquella gente se disgregó. Es posible que una persona de Punta Arenas, con la que me comuniqué por teléfono el año 1991, fuese alguna de ellas o su descendiente, porque había escrito un libro con la traducción de las Tablas Parlantes de la Isla de Pascua, utilizando el euskera2.

Como le comenté a Henrike Knörr, de la Academia de la Lengua Vasca esta semana en Santiago, luego de contarle esta historia: “La lingüística parece que permite sacar hasta las más increíbles conclusiones”.

(Quien quiera conocer aquel mágico mundo de Magallanes, debe leer las narraciones del escritor chileno Francisco Coloane)3.

1 Francisco Oyanguren Moyua, Teresa Arcauz Erostegi y sus hijos en 1928.

2 Kite - Erua. Los Baskos en América Precolombina. Juan N. Doray.

3 Coloane- Cuentos Completos.- Edit. Alfaguara.

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¡Y aún vive...!

Pedro OYANGUREN

Paseando hace unos años por la parte vieja de Bilbao me encontré con la plaza Miguel de Unamuno, cercana al lugar donde nació. Era ya de noche y no podía ver el busto en su memoria, pues es muy pequeño y puesto a una altura tal, para que algunos de sus conciudadanos no lo vuelvan a tirar a la ría, donde ha ido a parar más de una vez. Pese a ello, Don Miguel sigue siendo un hombre poderoso y lleno de contradicciones a pesar de los años pasados. Sigue buscando la verdad por medio de sus contradicciones y paradojas, cosa que mucha gente de su pueblo sigue sin entender, pero que nos hace repensar en los días actuales todos los temas que aborda, política, religión o cualquier asunto que analice con su enorme capacidad reflexiva, pese al tiempo trascurrido.

Desde sus primeros escritos en los últimos diez años del siglo XIX, todo el XX y los diez primeros del XXI sigue presente, por lo menos aquí, en Chile.

Buscaba en estos días una carta escrita por Unamuno a Ross, joven escritor chileno en el año 1905, donde Don Miguel utiliza una frase muy mencionada por estas tierras sobre la creación de la República de Chile, que este año cumplió los doscientos años. Esta frase ya repetida, se ha ido deformando con el tiempo, del sentido que Unamuno le dio y es por eso que buscaba el original que está en una tesis de doctorado.1

Unamuno ha estado presente en la formación escolar secundaria chilena desde hace muchos años, como cabeza de la generación del 98 por lo que su influencia permanece en mucha gente, los ejemplos son numerosos en diferentes épocas:

Una nota que escribe Lucila Godoy Alcayaga, Gabriela Mistral, en Montpellier, agosto de 1927, muchos años antes de recibir el premio Nobel en referencia al exilio de cinco años de Unamuno:

“Los que le queremos con cariño aupado en reverencia, hemos callado con no sé qué pueril certidumbre de que un hombre unamunesco no se muere fácilmente, porque contiene metales y cauchos en que la muerte tiene para rato. Pues bien, puede morírsenos en estúpido trance de destierro nuestro viejo amado, y entonces vendrán los desagravios y los reproches de velación de difuntos.”

Guillermo Blanco, fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo en 1999, por sus escritos, ensayos y crónicas.

Miguel de Unamuno, Un abuelo singular2

Poeta, novelista, profesor y filósofo, a Miguel de Unamuno le gustaba decir que él no era ‘ni literato ni humanista. Yo soy un hombre de humanidad...’ y realmente, además de su valor intelectual en sí, Unamuno es una figura que perdura por la fuerza de su personalidad, su amor a España, su capacidad de dureza en la polémica y su disposición a estar ‘contra esto y aquello’.

En este libro de reciente aparición, Guillermo Blanco, gran admirador de Unamuno, ha escogido acercarse al personaje por una vertiente muy distinta: el recuerdo de su nieto mayor, Miguel Quiroga Unamuno, huérfano a temprana edad de madre, quien fue muy cercano al escritor. Él relata facetas entrañables del león que fue su abuelo. Precisamente el título del libro alude a una foto en que aparece el escritor ‘sin gafas’ y rodeado de cuatro nietos y con una expresión amable en su mirada.

Estos recuerdos y anécdotas familiares se combinan con un estudio de la postura de Unamuno durante la Guerra Civil española, en la cual decidió estar contra nacionales y republicanos, ‘los hunos y los hotros, que descuartizaban a España’, como escribió.

Los episodios recogidos en el libro culminan con el famoso 12 de octubre de 1936, cuando el escritor vasco y el general Millán Astray se enfrentaron en la Universidad de Salamanca con violentas expresiones que han hecho historia (‘Muera la inteligencia’, ‘Venceréis, pero no convenceréis’). El libro relata también la muerte de Unamuno (diciembre de 1936) y recoge momentos cruciales de su vida; por ejemplo, cuando fue relegado durante la dictadura del general Primo de Rivera y su posterior fuga al país vasco francés.

Otro capítulo está dedicado a la entrevista del escritor con Nikos Kazantzakis en ese mismo año 1936. ‘Ese terrible viejo puercoespín’, decía el griego de su interlocutor.

Se recogen también algunas célebres paradojas de Unamuno y apuntes para el último libro, que nunca llegó a escribir realmente. Dice Guillermo Blanco: ‘Será un libro-no-libro parido desde esta nueva soledad, en cuyo título querrá simbolizar la angustia estéril que lo aísla: El resentimiento trágico de la vida (Notas sobre la Revolución y Guerra Civil españolas)’.

El libro no pretende ser una biografía de Unamuno ni un completo estudio de su pensamiento. Más bien, ahondar en la humanidad del personaje, aportando nuevos datos de familia a su retrato.”

“Durante el acto celebrado la noche de este jueves en la residencia de la Embajada de España en Chile, Edwards recordó que su admiración por la literatura hispana arrancó cuando, a los quince, comenzó a leer en el Colegio San Ignacio a Azorín, y luego a Miguel de Unamuno, intelectual profundamente crítico con los jesuitas, de quien el novelista chileno se declaró ‘un admirador apasionado, casi fanático’.

Precisamente dos figuras tan antitéticas como Unamuno y el sacerdote jesuita Alberto Hurtado, profesor de Edwards y quien en 2005 se convirtió en el primer santo chileno, fueron las dos referencias fundamentales en la formación del joven Edwards, confesó el escritor.

‘Miguel de Unamuno me enseñó esa cosa tan española que ha sido la libertad intelectual, la discrepancia, la disidencia, y Alberto Hurtado (Cruchaga y Larrain) me enseñó a mirar el lado miserable de la vida chilena de mi tiempo’, relató el autor de Persona non grata”.

Vemos con esto como Unamuno sigue teniendo influencia tanto en los intelectuales chilenos como en el resto de los mortales. Pese a su acendrado españolismo, nunca dejó de ser vasco por sus diez y seis costados, como otra de sus tantas paradojas3 vitales.

¿Cuál sería su visión de la Guerra Civil Española si no hubiese muerto al principio de ella, sino luego de que hubiese terminado la post-guerra?...Pienso que su análisis hubiese sido demoledor para los vencedores, como lo fue con Millán Astray y hubiese terminado exilado como tantos otros a quienes pudimos alcanzar a conocer por estas tierras de América.

1 Patricia Arancibia Clavel, La Imagen de América y Chile en Unamuno. Junio de 1985.

2 Unamuno: El león sin sus gafas- Editorial Andrés Bello, 2003, 191 páginas.

3 RAE entiende por paradoja: Idea extraña u opuesta a la común opinión y al sentir de las personas. Aserción inverosímil o absurda, que se presenta con apariencias de verdadera. Figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que envuelven contradicción.

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La cultura vasca como una exportación no tradicional

Pedro OYANGUREN

En la introducción de la memoria externa que estamos entregando a los mejores alumnos universitarios que estudian Lengua y Cultura Vasca como curso optativo en Chile y a los que están haciendo memorias de título con la historia de los vascos en el país, dice lo siguiente:

“Durante años he ido guardando material en el PC de originales de libros, artículos, memorias y varios, relacionados con nuestra Euzko Etxea y los vascos en Chile. Hay otros documentos más antiguos que ha sido necesario fotografiarlos, es el caso de algunos libros y en el sonido, traspasarlo a los formatos actuales.

La suma de toda esta información que se traduce en miles de páginas, se puede llevar en el bolsillo, sin siquiera sentir su peso. ¿Quién hubiera pensado que esto sería posible unos pocos años atrás?”

La información se sigue recopilando. Este año se agregaron siete libros, más una serie de artículos publicados. La suma de todos estos elementos nos sirven para tratar de dar a conocer, aunque sea a pinceladas, los ya casi cinco siglos de la presencia vasca en Chile y la antigua historia de este pueblo.

Una de las carpetas contenidas en la memoria externa contiene los antiguos fueros y los estatutos de autonomía de 1936 y 1979. Esto con el fin de explicar a los estudiantes las relaciones legales de los vascos con el estado español, a través del tiempo.

Días atrás, entre el desorden de mis papeles y libros, encontré una publicación del año 1931 editada en Santiago de Chile por la Juventud Vasca del “Estatuto Vasco o La Voluntad de un Pueblo”.

Hay en ella varias cosas que llaman la atención. Primero, su fecha de publicación en Chile en 1931¸ cuando son los primeros días de la República y el acto conocido como “Estatuto de Estella”, se celebró el 14 de junio de ese año. Es muy poco tiempo en aquella época para ser editado en Chile, considerando los trasportes, medios de comunicación y sistemas de imprenta existentes ¿cómo lo hicieron? Ya no queda nadie de aquella juventud como para averiguarlo.

Lo segundo, cómo se aprobó. Por la Magna Asamblea de Ayuntamientos, es decir, por 485 ayuntamientos. Difícilmente pueda existir un sistema más democrático y directo de elecciones. Seguramente, por lo mismo su subtítulo es “la voluntad de un pueblo”. Como dice F.J. Caballero Harriet, a los que estamos sumergidos en la mundialización, nuestra salida está en el regreso a las culturas, en otras palabras, a las raíces de cada pueblo. Este proceso relatado nos recuerda también en estos días, el trastorno o temor que provocó en algunos la creación de Udalbiltza, como elemento desestabilizador del Estado piramidal actual.

Lo tercero, es el Think tank, así en inglés, como llaman en Chile a esto que se puede traducir como fábrica de ideas y que son agrupaciones que a partir del año 50 del siglo XX abundan en los EE.UU. Ellas asesoran, especialmente, a partidos políticos y les dan apoyo intelectual. Vemos en estas 41 páginas que es Euzko Ikaskuntza quien desarrolla estos estatutos en el año 1931 y esta sociedad (Think tank) fue creada en 1918. Podemos ir más atrás, en algo similar a este tipo de agrupaciones y llegar al año 1763 cuando se crea la Sociedad Bascongada de Amigos del País, conocida socarronamente como los Caballeritos de Azkoitia.

Podríamos afirmar con esto, que así como los alemanes se han distinguido en la filosofía pura, los vascos lo han hecho en lo que se llamaría filosofía aplicada. En el pasado, han sido malos en su capacidad de traspasar al exterior los conocimientos de las notables antiguas leyes Vizcaínas, así como en el presente, las actuales experiencias industriales del grupo Cooperativo de Mondragón, en su singularidad de unión de capital y trabajo junto a la autoprotección financiera y social, herencia del antiguo auzolan agrícola. La Pelota Vasca en sus modalidades de cuero, pasando por la Cocina. Así como algunos notables postgrados académicos o la existencia y el trabajo desarrollado desde hace muchos años de una agrupación como la Sociedad de Estudios Vascos. Queda entonces por desarrollar el autobombo, no en el sentido recientemente tratado en el Parlamento Vasco, sino en dar a conocer en el exterior características singulares de este pueblo.

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El Basural, historia, pelota vasca y apellidos

Pedro OYANGUREN

Nos cuenta el historiador Roberto Hernández que Don Benjamín Vicuña Mackenna visitó Euzkadi a mediados del siglo XIX, donde tuvo la experiencia de redescubrir numerosos rasgos chilenos en el mundo vasco y nos cuenta: “Hasta en los gustos, en los trajes, en los pasatiempos; existen todavía semejanzas. Allí peinan trenzas las damas como nuestras abuelas; allí se cantan tonadas como las que cantamos nosotros; allí, por todo, se queman voladores y cohetes como los que todavía encendemos en los esquinazos y jardines públicos; allí el juego nacional es la pelota, y no hay aldea que no tenga su cancha, como la que tenía Santiago en el Basural cuando era aldea. Es la Vizcaya el país del chacolí, porque no dan otros jugos las tierras agrias de sus collados, y la nativa patria de algo que se ha tenido por invención genuina de Chile, el palo encebado. Tal es la Vizcaya en España y tal es Chile en América”.

Esta cancha que nos cuenta don Benjamín Vicuña y cuyos planos diseñó Errázuriz Aldunate, en 1803, estaba en el mismo lugar en que el Gobernador García Hurtado de Mendoza, de origen alavés y llegado en 1557 había construido la primera de que tenemos constancia histórica y a poca distancia del mítico Puente de Cal y Canto, construido por un oñatiarra, el Corregidor Zañartu. Esta zona es actualmente el Mercado Central de la ciudad de Santiago.

Este plano de 1803 de la cancha de Pelota Vasca me lo hizo llegar el escritor Miguel Laborde Duronea, el que apareció en un trabajo cartográfico recién editado de la ciudad de Santiago.

En pocas líneas encontramos apellidos como Vicuña, Mendoza, Zañartu, Errazuriz, Laborde, unidos de alguna forma transversal por la historia, la Pelota Vasca en Chile y su ascendencia común. Como decía el escudero del caballero castellano: Dios los cría y el Diablo los junta.

Pero si continuamos con la historia del lugar, podemos seguir con los apellidos:

El Mercado Central de Santiago, es una obra arquitectónica de hierro laminado y partes fundidas, inaugurada en 1872 durante la presidencia de don Federico Errázuriz Zañartu.

La construcción comienza a cargo del arquitecto chileno Fermín Vivaceta. El diseño de la estructura de albañilería fue de Manuel Aldunate.

Hoy en día es un lugar de venta de pescados y productos de la tierra. Lugar también reconocido por su gastronomía, donde se ha sabido conservar antiguas recetas. Ha pasado actualmente a formar parte del Patrimonio Nacional.

Nota: Una de las cuatrocientas cincuenta calles de Santiago con etimología vasca, entre ellas, una de las grandes, lleva el nombre de Benjamín Vicuña, amén de un museo dedicado a su obra. En esta calle es donde está instalado Euzko Etxea de Santiago, ya por sesenta años. En el próximo 2012 cumple un siglo de existencia.

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Dos historias de la Pelota Vasca con tintes políticos

Pedro OYANGUREN

El 18 de Septiembre de 1970 se inauguraba el Campeonato Mundial de Pelota Vasca en el antiguo frontón de Anoeta en Donosti. Presidía la ceremonia Francisco Franco.

Cuando entraba la delegación chilena, cayó desde la galería un hombre con una ikurriña y envuelto en llamas. Uno de los pelotaris de este equipo, con su chaqueta le apagó las llamas. Este hombre que caía del cielo y que se había lanzado en señal de protesta era Joseba Elosegi, quien luego diría: “Quería llevar aquel fuego que destruyó Gernika a la vista de quien lo provocó. No pretendí matar a Franco, hombre ya caduco cuyos partidarios lo sostenían a la fuerza de pie para mantener el mito. Era una mera figura decorativa”.

Años después le contábamos la historia al propio Elosegi, que en aquel momento era senador por el PNV, en Euzko Etxea de Santiago. Joseba desconocía esta parte de su propia historia. Al saber que estaba con nosotros en aquel momento Mikel Arana, nos contó otra historia: Elosegi fue condenado por aquel acto a siete años de cárcel y su compañero de celda fue Sabino Arana, hermano mayor de Mikel. Al salir libre, Elosegi le dejó su guitarra. Esta historia también era desconocida. Fue una noche memorable para los que allí estuvimos, Elosegi traslucía lo que era, un hombre sencillo y bueno.

Donostia-San Sebastián. Joseba Elosegi, ex gudari y residente nacionalista vasco yace envuelto en llamas en la cancha del frontón público, entre el cual una nutrida representación de franquistas y el mismo Franco. 18 de septiembre de 1970. A la derecha, Joseba Elosegi en 1977.

En 1978 se inauguraba el Campeonato Mundial de Pelota Vasca en Biarritz. Se recibió desde París una nota de parte de los exiliados de la Unidad Popular, amenazando boicotear la inauguración si la delegación chilena desfilaba con su bandera. En vista de ello, el comité a cargo de la inauguración decidió que ninguna delegación utilizaría su propia bandera. Solo se utilizaría una y fue la ikurriña. Seguramente la mano de Maurice Abeberry estuvo detrás de aquella decisión. Esto aún era un acto inaudito en aquella época al otro lado de la frontera y seguramente en el presente también lo sería.

Solamente en Cuba pudimos años después, ver la ikurriña en otra inauguración de un mundial de Pelota, pero esta vez de contrabando, porque solo el equipo de exhibición de la Federación Vasca llevaba en la mano una camiseta con ella y curiosamente entre el público, pequeñas banderas en manos de una multitud de niños.

Maurice Abeberry fallece el 21 de febrero de 1988 en el monte Larrun. Se contaba con él, como el siguiente presidente de la Federación Internacional de Pelota Vasca y por sus antecedentes previos, otra historia mejor hubiese sido con él a la cabeza de esta institución.

Es esto lo que nunca terminamos de aprender, elegir solo a los mejores para que dirijan nuestras instituciones, cualquiera que ellas sean.

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A partir de una fotografía y un aviso...

Pedro OYANGUREN

Una foto y una publicación de 1921 que llegaron a mis manos, gatilló la presente asociación de ideas.

El surgimiento de las primeras Euskal Etxeak en el cono sur de América (Argentina, Uruguay y Chile) en el último cuarto del Siglo XlX, fue coincidente. Es la época del auto-reconocimiento o conciencia de nación planteada por Sabino Arana, que repercutió en los vascos de América. Se suma a ello, las consecuencias de la última Guerra Carlista y el producto per cápita de Euskadi, por aquellos años inferior a los que tenían estos países, además de las múltiples posibilidades que este nuevo mundo podía dar a cantidad de personas con gran espíritu de trabajo y perseverancia.

En el caso de Chile, como en el resto de los países mencionados anteriormente, no se cuenta con muchos antecedentes escritos, lo que ha forzado a reconstruir la historia de estas instituciones, con antecedentes oficiales de inscripciones públicas o por relatos de terceros, con todo lo que ello implica. Esto último, afortunadamente ha ido cambiando desde hace ya años.

La labor de investigación más importante que se está haciendo, en nuestro caso, es desde las universidades con las memorias de título al término de las carreras. Tenemos dos o tres memorias dedicadas, en agradecimiento por profesionales de educación física, sobre la Pelota Vasca y un largo número de memorias, de historiadores, tales como: La Inmigración Vasca en Chile 1889-1990 de Maite Camus Argaluza, La Inmigración Alemana, Suiza y Vasca en el Sur de Chile en la década de 1870, Trinidad Zaldívar, junto a dos compañeras, escribió el libro Los Vascos en Chile 1680-1820, como memoria también para optar al título de Historia.

Este año, hay tres memorias más en desarrollo, una desde la Universidad del País Vasco, Ainara Madariaga termina su tesis sobre Euskal Herria desde el lejano Chile, y otra, Análisis del euskera en las revistas publicadas en Chile, de la vizcaína Iraia Saenz de Biteri, llegada a Chile en Marzo del 2004 a dar clases de Lengua y Cultura Vasca en la Universidad de Chile, Pontificia Universidad Católica de Chile, Católica de Valparaíso y Universidad de Valparaíso, de su trabajo de investigación para el Curso de Estudios Vascos por Internet de la Fundación Asmoz de la Sociedad de Estudios Vascos/ Eusko Ikaskuntza.

La tercera desde la Universidad Católica de Santiago, de Carlos Eduardo Fariña, sobre las revistas publicadas por vascos en Chile en el siglo XX, lo que nos ha hecho reunir una serie de antecedentes.

Carlos Fariña encontró entre la documentación de la Biblioteca Nacional de Santiago el siguiente aviso publicado en la prensa en el año 1921, invitando a la creación del segundo CentroVasco en Santiago:

“Euzkotarra, óiganos:

A nadie debe extrañar los proyectos que los vascos, de aquende Los Andes, tiene de construir un ‘Frontón de Pelota’ y otros edificios, persiguiendo con ello los más nobles fines, fundando una especie de institución que consiguiese asociar a los euzkos, cualquiera que sea su nacionalidad, posición social y lugar donde estuvieren ubicados, con el objeto que se conozcan más y mejor, practiquen sus usanzas, costumbres y vivan en esta, su segunda patria, la vida que en Euzkadi llevan sus hermanos”.

Es decidora la forma en que parte la invitación y podría confirmar que si bien efectivamente existían las razones que empujaban a la creación de estas agrupaciones de vascos en estos países, fue la Pelota Vasca el elemento que logró la unificación, pese a los diferentes enfoques políticos que pudieron tener.

La fotografía, ya que los escritos son escasos, permite ir reuniendo más datos. La primera es de una institución que desconocíamos, es del año 1902 en Valparaíso llamada Irurak Bat, que corresponde a una cancha de Pelota. Así como otra anterior, la cancha de Pelota, del tipo de plaza, llamada Plaza Euskara de 1889 en la ciudad de Concepción.

Unos días atrás, la familia Montory Diturbide nos trajo una foto donde aparece el abuelo entre el público y pelotaris, inaugurando una cancha de Pelota de plaza, cuyos terrenos fueron donados por el municipio (ayuntamiento) de la ciudad de Cañete, en el sur de Chile, del año 1886. Esta es hasta ahora, la foto de una cancha de Pelota más antigua que tenemos.

En la historia documentada podemos retroceder en el tiempo sin problemas, en el caso de Chile (no tengo antecedentes de Argentina y Uruguay, pero se puede suponer la misma situación), hasta el Gobernador Don García Hurtado de Mendoza, quien ejerció su cargo desde el año 1557 hasta 1561 en Santiago. Hurtado de Mendoza, alavés, fue un digno pelotari y pilotazale, que se preocupó de difundir el gusto por la Pelota en su época. Y desde entonces, con altos y bajos, podemos llegar con esta historia hasta nuestros días.

Las motivaciones de la creación de estas instituciones en esa época son variadas: el haber nacido de la misma camada (nación etimológica), sus usos, lengua y costumbres, y entre éstas, el juego y en el juego, la Pelota Vasca, como elemento aglutinador, donde no se hacía distinción social alguna, y el que ha dejado huella como herramienta que sirvió como base en la creación de gran número de Euskal Etxeak en el cono sur de América.1

Sería interesante hacer hoy un estudio comparativo entre aquellas motivaciones y las actuales, con todas las variables de las diferentes épocas y situaciones y compararlas con la creación de las nuevas casas vascas, en diferentes países en estos últimos años.

1 Predecesoras de éstas en América, fueron las sociedades de socorros mutuos, de antigua data en tierras vascas y aún vigentes en algunas zonas de antiguos caseríos, con un diseño muy simple y auto reguladas.

En Oñati pude ver la reconstrucción, en conjunto con sus vecinos mediante este sistema, de un caserío incendiado poco tiempo atrás.

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Desde Chile en vacaciones: Divagaciones sobre la identidad

Olga LARRAZABAL SAITUA, Santiago del Nuevo Extremo

Alguien dijo que Santiago de Chile en Febrero es un pequeño paraíso, con un cielo azul encantador, una brisa perfumada, una cordillera majestuosa y muy pocas personas visibles; eso debe haber pensado Don Pedro de Valdivia cuando hace exactamente 466 años nos fundó, después de haber atravesado más de mil kilómetros de desierto a pie.

Don Pedro, veterano capitán de las guerras de Italia y de Flandes, hidalgo extremeño, parado sobre un pequeño cerro llamado Huelén por los nativos, funda la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo. Siguiendo el manual de Fundación de Ciudades que entregaba la Corona a sus Capitanes y Adelantados, le correspondió al Alarife Pedro de Gamboa (vizcaíno supongo) mensurar y dividir la futura ciudad en manzanas, que luego se dividirían en solares asignados. Me lo imagino rodeado por su soldadesca proveniente de todas las provincias y reinos gobernados por Carlos V; los recién conquistados navarros y granadinos, escribanos y esclavos respectivamente, soldados y navegantes vizcaínos y guipuzcoanos, extremeños y andaluces, otros europeos provenientes de los reinos alemanes y del norte de Italia, esclavas y esclavos moros que cocinaban, barrían y lavaban y los africanos y quechuas que cargaban con los bártulos necesarios para formar un campamento y dar origen a un asentamiento definitivo. Esta heterogénea multitud incluía también ñustas, ex Vírgenes del Sol del Incanato, que fueron tomadas en matrimonio por los europeos, previo bautizo con un nombre cristiano y, por supuesto, a nuestra Inés de Suárez, viuda extremeña y hembra brava, compañera del capitán Valdivia y única mujer europea presente. Todos siguiendo el viejo ritual latino de fundaciones, arando los contornos del nuevo hábitat donde iría la empalizada de defensa e invocando en este caso, al Dios de los Católicos. Y el que estaba pensando en algún otro Dios, quedándose bien callado para diluirse en el anonimato y empezar una nueva vida.

Fundación de Santiago del Nuevo Extremo.

Entre los matorrales los observaban inquietos, los indios autóctonos, Promaucaes, quiénes todavía creían que los jinetes eran centauros invencibles, y veían con miedo como estos seres extrañísimos y hediondos se iban quedando y quedando.

No creo que ninguno de ellos pudiera tener idea de que el pueblo que estaban fundando iba a resultar en una mezcla de todos ellos, pero diferente, nueva... una creación nueva de la naturaleza que teniendo parte de todos sería distinta y un día llegaría en que ignorara y renegara de todos ellos en aras de su nueva identidad de chilenos. Nosotros de españoles nada o de indios nada o de africanos, según fueran las conveniencias políticas del momento.

Todo esto iba pasando por mi cabeza cuando me dirigía al correo a pie y con mucha energía, a enviar mi muestra de ADN para que un laboratorio de Texas me lo analizara y así participar en un gran proyecto genográfico que busca los ancestros y los remotos parientes a través del ADN. En el caso de las mujeres, se determina la filiación por línea femenina de hija a madre a abuela materna y así sucesivamente. Y en mi caso como descendiente por línea de abuela materna de la heterogénea soldadesca de Pedro de Valdivia, los resultados pueden ser muy variados y muy divertidos, pienso yo.

Lo mismo le va a pasar a muchos descendientes de conquistadores que hicieron fortunas en América y se radicaron en España con sus mujeres de linaje criollo. Entre ellos, por ejemplo, están los descendientes de los banderizos guipuzcoanos y vizcaínos, Martín García Oñez de Loyola, Gobernador de Chile, pariente de San Ignacio, que casó con Beatriz Clara Coya, inca peruana y también nuestro Gobernador Martín Ruiz de Gamboa, natural de Durango, que casó con una mestiza hija de Rodrigo de Quiroga y los del Marqués de Estella, Primo de Rivera que tiene varias retataraabuelas guaraníes aportadas algunas de ellas por Don Antonio Larrazabal y Basualdo de Guecho, quién casó con una rica dama criolla en Buenos Aires.

Martín García Oñez de Loyola junto a su esposa.Ocho gobernadores vascos y navarros tuvo este país en 250 años, que seguramente trajeron a sus sobrinos y parientes en medio de un nepotismo galopante (del cual se han escrito varios tratados históricos), y que al igual que el Obispo Zumárraga de México, casaron o trataron de casar a sus sobrinos, campesinos de Vizcaya, con ricas hembras ibéricas o criollas dotándolos con fortunas obtenidas en América, aprovechando la condición de “hijosdalgos vizcaínos” para subir en la escala social.

Iba riendo para mis adentros, al pensar las sorpresas que muchos de los habitantes de la Península Ibérica van a tener cuando descubran su conexión genética con indios americanos, ya que estos proyectos genográficos están invadiendo el mercado y son la última palabra para refutar o avalar descubrimientos históricos y arqueológicos y desarmar mitos de pureza de razas. Más de algún iluso “new age” va a echar a rodar una teoría migratoria con una conexión “atlante” para justificar estos genes indios en España, sin pensar que los conquistadores fueron conquistados.

En eso pensaba yo mientras entregaba la carta con la muestra en Correos, cuando de repente, escucho una voz proveniente de una anciana pequeñita en la fila del lado, que con un fuerte acento de las orillas del Cantábrico solicitaba su carta certificada. Como la letra no era muy legible la dependienta preguntó en qué provincia quedaba el pueblo que ella mencionaba. La anciana meditó y dijo “En el País Vasco” Yo le dije entonces ¿por qué no pone usted Euskadi? “Ay hija, es que entonces no me entienden. Esos nunca nos entienden”. No ahondé en quienes eran “esos” y le pregunté que cuándo había llegado a Chile, “¡68 años en Chile, y echando de menos, Ay!” y suspiró despidiéndose con un fuerte ¡Agur! que retumbó en la sala.

Yo le contesté con otro ¡Agur! y un joven moreno bastante criollo que estaba detrás de la anciana me pregunta “¿Usted habla euskara?” Al ver mi cara de sorpresa dice: “Yo también soy vasco. Me apellido Oñate” y la única otra clienta del correo tercia: “Yo también, porque soy Yrarrazabal” y menos mal que no había más gente en el correo, que si no, se forma un orfeón.

Parece que en este caso la soldadesca de Don Pedro de Valdivia estaba un poco cargada hacia el norte. El joven de Oñate me dice: “¿Sabe usted que el 20% de los chilenos lleva un primer apellido vasco?” Si lo sabré yo, que me di el trabajo de analizar la letra A de la Guía de Teléfonos de Santiago y llegue al 22%. Después de despedirnos efusivamente me quedé pensando en que siempre me sorprende la fidelidad de los descendientes de vascos esparcidos por el mundo con la tierra de sus lejanos ancestros. Ahí estábamos tres chilenos reunidos por el azar reconociendo nuestra filiación en un apellido. Esto es bastante excepcional, porque en general nadie aquí recuerda que tiene filiación con la península Ibérica en un espacio público y con extraños, excepto los que llevan un apellido vasco. Supongo, que o lo dan por sentado o no les interesa para nada.

A la hora de la cena vino a visitarme un sobrino, hijo de un primo. Ahí pude ver de nuevo el mismo fenómeno. Este chico lleva un primer apellido vasco que heredó de su bisabuelo y el resto es una mezcolanza de Castellano, Portugués, Irlandés, Inglés y quién sabe qué más. Y ahí lo tienen, ha estado tres veces en Algorta con toda su familia visitando a nuestro tío que es primo de su abuelo, ha comido y cocinado en los txokos y lo más probable es que si le piden que se identifique, se reconozca como de origen vasco, sin pensar que es sólo 1/8. No sé si las leyes de Nuremberg calificaban de judío al que tenía esa proporción. Pero estas no son leyes de odio sino de amor; porque amores porfiados como éstos que perduran con tanta fuerza, son casi dignos de psicoanálisis. Y yo me pregunto ¿serán correspondidos? Me da la idea que a los vascos de Euskadi les toma un poco de sorpresa esta familia extendida que muchos ignoran, ya que tengo la impresión de que a las nuevas generaciones les está costando mucho trabajo encontrar una identidad positiva. Los percibo en una búsqueda confusa por ser lo que nuestros abuelos fueron naturalmente sin ningún esfuerzo y sin dar explicaciones a nadie: Vascos. Y para ser vasco no creo que haya que tener la cabeza de una o de otra forma, ni haya que tener un certificado de residencia de 35.000 años, ni RH Negativo, ni una vértebra sobrante, hay que tener amor por el país, amor por ese idioma que puede ser heredado de otros o inventado por nuestros antepasados (vaya uno a saber), pero que sí es el idioma de la casa, el del amor de familia, el del cantar en conjunto es el idioma de uno. Y solamente la seguridad en lo que uno es, permite amar a los parientes desperdigados por el mundo sin exigirles nada especial, sólo ser. En el negocio de los amores creo que no cabe el desperdicio, el desestimar el amor que recibimos gratuitamente, sobre todo en este siglo, en que se está extinguiendo la visión romántica de la vida y hasta los niños de pecho están más interesados en los ricos y poderosos, sean países o personas, que en lo más pequeño y simple. Me da la impresión de que muy luego el tener un antepasado chino o japonés va a ser tan bien visto, que las operaciones a los ojos van a ser al revés, simulando oblicuidad y todos van a empezar a cultivar la palidez asiática y el idioma mandarín. ¿No sería entonces, saludable, simpático, y astuto, celebrar el día del emigrante vasco, así como los americanos celebran el Día de la Patria, el de San Ignacio y San Miguel de Aralar? Hermoso sería que así como nosotros nos reconocemos tan espontáneamente vascos, ustedes se reconocieran primos de los americanos y les abrieran sus brazos en vez de pensar que son sudacas molestosos. Si hasta en la televisión chilena se han visto muestras de patriotismo ancestral. El año pasado la prima donna de una teleserie de gran sintonía, Carolina Arregui, insultó a su marido en la novela, Zabaleta, prometiéndole una patada en el “ipurdi” si seguía molestándola. ¿No es esto una muestra de un patriotismo subidísimo?

Medítenlo.

ARANTZAZUKO EUZKO ETXEA

Colonia Vasca en Chile

Desde 1900 hasta finales de la guerra de 1936 y posteriormente, llegan a Chile dos oleadas de vascos más o menos definidas. La anterior al 36 que, más que oleada era afluencia lenta pero continua. Sus preferencias son la agricultura, la ganadería, «curtiembre», fabricación de calzado, panificadoras, importaciones y exportaciones. En estos renglones de la economía, con una actividad asombrosa que les honra, prácticamente calzan y dan pan a todo Chile. En esta colectividad, formada en el primer tercio de siglo, domina sin contrapeso el elemento vasco-continental. Luego, la guerra del 36 y sus secuelas lanzan una auténtica oleada de refugiados vascos sobre Chile. La acogida por parte del pueblo y autoridades chilenas y de los vascos ya afincados es buena. Los vascos peninsulares recién llegados se integran fácilmente en las actividades industriales ya existentes. Otros crean o mueven actividades diversas: pesquerías, artes gráficas, textiles, explotaciones madereras y diversas profesiones liberales. El impacto de esta emigración es muy visible en el gremio hotelero. La buena cocina vasca se introduce en los restaurantes de Santiago y Valparaíso, codeándose con los sabrosos platos criollos y la carta internacional. Los vascos de antes habían creado un Centro Vasco. El promotor había sido Victoriano G. Atxabal, un vizcaíno de Ea que regentaba en Santiago una importante casa española de seguros. No le faltó la colaboración de un grupo selecto de vascos continentales y peninsulares, dándose en Chile el primer caso americano de creación de una institución que unifica a Euskalerria norte y sur. Esto ocurría el año 1923. Los recién llegados ingresan en el Centro Vasco y en Juventud Vasca, establecida en una propiedad legada por el benemérito Vicente Aranguren. La vida industrial, comercial y profesional une íntimamente a toda la comunidad vasca. Y viene la fusión de los dos centros, creándose Euzko Etxea y la Inmobiliaria Vasca, S. A., instrumento adecuado para la erección del edificio social con su trinquete de primer orden. En Valparaíso se inaugura también otro Euzko Etxea. Surgen entonces algunas revistas vascas, un cuadro de teatro, un grupo andinista, dos equipos de fútbol, aumenta la nómina de los pelotaris, aparece algún bertsolari y se instaura la Misa Vasca dominical. Con el aporte de los refugiados se eleva culturalmente la colectividad vasca. Este es un fenómeno que hemos observado en Caracas, Buenos Aires, Méjico y otras capitales americanas, sin excluir Norteamérica.

ARANTZAZUKO EUZKO ETXEA

Inmobiliaria Euzko Etxea

El primer objetivo de la inmobiliaria, después de la reunión en el antiguo Centro Vasco, donde todos los futuros socios adquirimos acciones, fue la compra de un solar para edificar el nuevo centro social. Se compró un solar de cuatro mil metros cuadrados en el número 547 de Avenida de Vicuña Mackenna, uno de los mejores lugares de Santiago. El frente de la propiedad estaba ocupado por un chalet, donde se instaló el nuevo centro Euzko Etxea y una escuela pública en mal estado. El terreno, detrás de estos dos edificios, era un gran parque abandonado, que daba a dos calles. Con el producto de las acciones adquiridas por los socios, se empezaron las obras de la nueva sede vasca, dotadas de un novísimo trinquete, prevaleciendo la influencia de los vasco-continentales. «Don Félix» Halcartegaray, el más destacado y popular de la colectividad, fue el impulsor permanente de la obra hasta su feliz terminación, dirigida por el arquitecto M. de Iruarrizaga. Como entusiastas colaboradores recordamos a J. B. Ourthau, Familia Laborde, P. Rachet, J. Heheran, S. Caussade, Juan Etchegaray, F. Halcartegaray Reyes, V. Gardeazábal, Julián Pé, P. Uriarte, J. M. Abadie, S. Zarranz, J. y F. Ituarte, R. Narvarte, I. Arteaga, R. Iriondo, F. Butrón, P. Aretxabala, J. Basauri, J. Aretxabala y otros.

viernes, 25 de mayo de 2012

Virgen del Carmen en la Historia de Chile

El 16 de julio se celebra a la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen. Esta antigua devoción, entroncada con la primera orden carmelitana de Simón Stock, tiene como enseña el escapulario que el santo recibe de la Virgen el 16 de mayo de 1251, hace justamente 750 años.

Su más antiguo santuario en el actual territorio chileno es el de Nuestra Señora del Carmen de La Tirana, fundado por el mercedario fray Antonio Rondón hacia 1540. Sin embargo, son los agustinos sus grandes propagadores en el Chile central, fundando el 15 de abril de 1643 la primera Cofradía del Carmen en Concepción y celebrando ya a fines del siglo XVII una procesión el 16 de julio por la calle del Rey (Estado) hasta la Cañadilla.

Conmovido en 1680 el Reino de Chile por la incursión de Bartolomé Sharp a Coquimbo y La Serena, llama a las carmelitas descalzas de Santa Teresa de Ávila desde Chuquisaca (Sucre) a fin de que funden un convento de estricta observancia y reparen espiritualmente los actos sacrílegos contra el Santísimo Sacramento cometidos por dichos herejes y piratas. Las carmelitas desde enero de 1690 darán un nuevo aliento a esta piedad mariana y su impronta espiritual cubre a través de los siglos todo el catolicismo chileno que crece bajo el manto de María del Carmelo.

Cada vez que Chile independiente estuvo en dificultades elevó sus preces a la Virgen del Carmen. Lo hicieron Carrera y O'Higgins el 5 de diciembre de 1811 después de clausurar el primero el Congreso y orientarse decididamente hacia la independencia. Lo hizo San Martín al hacer jurar la Virgen del Carmen como Patrona del Ejército de los Andes el 5 de enero de 1817, y lo propio efectuó O'Higgins la víspera de la Batalla de Chacabuco al proclamar a la Carmelita, Patrona y Generalísima de las Armas de Chile. El mismo O'Higgins hace suyo el voto del pueblo de Santiago de 14 de marzo de 1818 de erigir en el sitio de la batalla decisiva contra el ejército de Osorio un templo votivo. Dirá el Padre de la Patria en el decreto de 18 de noviembre de 1819: "El Estado de Chile es deudor a la protección de la Madre de Dios, bajo la advocación del Carmen, de la victoria de Maipo".

La primera nave guerrera de la república lleva, a petición del Senado, el nombre de "María del Carmen de Maipú" y Arturo Prat muere sobre la cubierta del Huáscar con el lábaro santo en su cuello. Blanco Encalada, Bulnes, Emilio Sotomayor, Escala, Baquedano, Pedro Lagos, Eleuterio Ramírez, Luis Arteaga y el comandante Del Canto fueron sus devotos en la paz y en la guerra. Miles de escapularios salieron de las manos de las monjas del Carmen Alto y del Carmen Bajo para la protección y consuelo de nuestros valientes. Y cuando Dagoberto Godoy y Armando Cortínez realizan sus heroicos vuelos sobre la cordillera, los acompañan en sus aviones medallas de la Patrona del Carmelo.*

*Fuente: Jorge Precht Pizarro

El Mercurio, 16 de julio de 2001

HISTORIA DE LA COFRADIA DEL CARMEN EN CHILE

Los inicios de la devoción a la Virgen del Carmen en Chile.

La devoción mariana llegó a Chile con los primeros conquistadores españoles en el siglo XVI. La Armada española está consagrada a la Virgen del Carmen, y no es de extrañar que la práctica de dicha piedad haya venido con ellos y se haya difundido en tierra americana teniendo especial arraigo en nuestro país. Cuando Don Pedro de Valdivia llegó a Chile en 1540, traía en el arzón de su montura una pequeña imagen española de la Virgen del Socorro, la cual aún es venerada en el altar mayor de la iglesia de San Francisco en Santiago. Junto con fundar dicha ciudad en 1541, señaló el lugar donde se edificaría la primera iglesia de nuestra nación, que corresponde a la Parroquia del Sagrario. Como muestra de la devoción y espíritu evangelizador que traían los conquistadores, la toma de posesión de muchos lugares en América, así como fundaciones y demarcaciones territoriales se hicieron siempre en nombre de Jesús y la Virgen, siendo bautizadas gran número de ciudades con el patronímico de algún santo o diversas advocaciones de María, como es posible observar a lo largo de nuestro territorio. Igualmente, muchas iglesias y capillas fundadas hasta el siglo XIX llevan títulos marianos, unos traídos desde España (de Monserrat, del Pilar, del Rosario, etc.) y otros nacidos en América, con un fuerte carácter hispánico.

La devoción a María estaba ya asentada en Chile cuando llegaron los monjes Agustinos en 1595 y dieron a conocer la Virgen del Carmen, fundando una cofradía varios años más tarde. La llegada de las primeras monjas carmelitas a Chile a fines del siglo XVII desde Chuquisaca (Bolivia) y la consiguiente fundación de conventos, tuvo un importante papel en el desarrollo y fortalecimiento de la espiritualidad y devoción carmelitana. En la gran mayoría de los hogares existía una imagen de Nuestra Señora y en las haciendas capillas y parroquias se la veneraba con fervor. Miembros de familias ilustres, muchos de ellos militares, fueron hermanos terceros de la cofradía de la Virgen del Carmen.

Durante los períodos de Independencia y Reconquista, Chile se colocó bajo el amparo de la Virgen del Carmen y desde entonces muchas han sido las ocasiones, a través de nuestra historia, en que Ella ha intervenido en favor de Chile obteniéndole la victoria y ayudándole en sus empresas.

En los comienzos de la Independencia el Ejército Libertador escogió a N. S. del Carmen como Patrona y le juró fidelidad. El 5 de enero de 1817, el Ejército de los Andes y el General José de San Martín se encomendaron a Ella, entregándole este último su bastón de mando como ofrenda. Días después, el 11 de febrero, antes de la Batalla de Chacabuco, Don Bernardo O’Higgins proclamó a la Virgen del Carmen como “Patrona Generalísima de las Armas de Chile”, logrando luego la victoria.

Mientras las tropas realistas se hallaban en Talcahuano esperando refuerzos, O’Higgins con su gente intentaron recuperar dicha ciudad, pero los resultados no fueron favorables y se volvió con su ejército hacia Santiago, dejando los terrenos yermos y desvastados a su paso a fin de dificultar el avance de las tropas realistas. Viendo que la independencia de Chile peligraba, los habitantes de Santiago se reunieron en la Catedral el 14 de marzo de 1818, junto a las autoridades religiosas e “imploraron la protección del cielo y juntos formularon en el mismo acto el Voto de erigir un templo a Nuestra Señora del Carmen en el lugar en que se decidiese la batalla favorable a la Independencia de Chile”. Por medio de un Decreto Supremo del 7 de mayo del mismo año, O’Higgins oficializó el Voto de los patriotas y suyo propio. El 5 de abril de 1818 se libraba la batalla en los llanos de Maipú, siendo derrotadas las tropas realistas, donde hoy se eleva el Templo Votivo en conmemoración de la victoria obtenida. El primer Templo fue inaugurado en 1892, pero los sucesivos terremotos lo fueron destruyendo y se hizo necesaria la construcción de uno nuevo y definitivo. Éste es el que actualmente se erige en Maipú, frente a las ruinas del antiguo.

Del mismo modo, durante los conflictos con los países vecinos –Confederación Perú-Boliviana, Guerra del Pacífico– Chile acudió siempre a su Patrona y Reina con gran fervor y sus tropas fueron a la batalla llevando devotamente en sus pechos el escapulario del Carmen. Después de la guerra del Pacífico, el 14 de marzo de 1881, el General Manuel Baquedano concurrió ante la imagen del Carmen y colocó su espada victoriosa en sus manos, entre las aclamaciones de una gran multitud. Igualmente, durante la revolución de 1891, Monseñor Ángel Jara (autor de la tradicional oración a la Virgen del Carmen por Chile), convocó a los habitantes de Santiago a postrarse delante de su Patrona e implorar la paz, la cual les fue concedida tiempo después, celebrándose una solemne Acción de Gracias.

Se venera a la Virgen del Carmen como “Patrona de Chile” desde el 24 de octubre de 1923, por decreto vaticano emitido por el papa Pío XI. En el Breve apostólico se declaró: “a la Bienaventurada Virgen del Monte Carmelo, Patrona Principal de toda la República Chilena, concediéndole todos los privilegios y honores que a los principales Patronos de los lugares por derecho competen”. Durante un acto que se llevó a cabo en la Plaza de Armas, por medio de Monseñor Rafael Edwards, se le hizo juramento nacional de fidelidad. Tres años después, el 19 de diciembre de 1926, en una emotiva ceremonia en el Parque Cousiño, organizada por el obispo Rafael Edwards Salas, Mons. Benedicto Aloisi Masella, legado pontificio, coronó solemnemente a la Virgen como Reina de esta Nación.

En 1987, durante la venida del Papa Juan Pablo II a Chile, se realizó la coronación de la imagen de Nuestra Señora del Carmen de Maipú, en la explanada del Templo Votivo y ante una multitud de personas.

II. La Cofradía del Carmen

Fueron los Agustinos de Concepción quienes fundaron en Chile la Cofradía del Carmen: “la devoción de los fieles fundó en este convento una hermandad de N. M. Stma. Del Carmen, siendo los fundadores nueve sujetos los más principales de la ciudad; haciendo cabeza el Sr. Marqués de Baides, Gobernador y Capitán General de este Reyno de Chile”, estableciéndose y firmándose las constituciones el 15 de abril de 1643. Don Diego de Zambrano y Villalobos, obispo de Concepción, confirmó estas constituciones y por medio de una bula despachada por S. S. Alejandro VII el 20 de junio de 1662 constituyó la hermandad en una cofradía, que duraría hasta comienzos de 1900. La devoción se fue propagando hacia otros puntos de Chile, formándose cofradías del Carmen en otros conventos agustinos, como el de Quillota en 1728, Valparaíso en 1730, Talca en 1758 y Cuyo (que en ese entonces pertenecía a Chile). No obstante, son muchas más las iglesias que sin pertenecer a la orden de San Agustín forman sus propias cofradías del Carmen.

El año 1678 los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios, quienes habían llegado a Chile en 1552 llamados por el gobernador D. Alonso de Rivera, movidos por el inmenso fervor de los enfermos por la Virgen del Carmen y su deseo de obtener los beneficios y gracias del escapulario, fundaron a su vez una cofradía del Carmen en su convento, con el permiso de Roma. Esto originó ciertas diferencias y roces entre ambas órdenes, llegándose a un juicio en 1753 sobre el derecho a patente de fundación de dicha Cofradía. Sin embargo, ésta continuó en manos de los Hospitalarios, siendo ratificada su erección canónica por el papa León XII en 1828 y gozando de todos los privilegios, gracias e indulgencias como la Archicofradía del Carmen de Roma. En 1858 fueron aprobados los primeros estatutos de la Cofradía por el obispo D. Rafael Valentín Valdivieso. La Cofradía era dirigida por mayordomos “elegidos en sesión solemne presidida por el Padre Prior, el Cura de la Parroquia y el Representante del Gobernador del Obispado”.

Hacia fines del siglo XVII, llegaron a Chile las primeras religiosas carmelitas traídas por Fray Juan de la Concepción, carmelita portugués que misionaba en América. Fueron pedidas las debidas licencias y permisos al obispo de Santiago, D. Bernardo de Carrasco y Saavedra, y al rey de España, Carlos II, quien autorizó su establecimiento en Chile. Don Francisco de Bardeci (hermano del franciscano Fray Pedro de Bardeci) y su mujer, doña Bernabela Hermua de la Cerda, eran un matrimonio sin hijos y con una gran casa y quinta frente al cerro Santa Lucía, la cual cedieron para la instalación del futuro monasterio carmelita. Éste se llamó Monasterio del Carmen Alto y fue inaugurado el 6 de enero de 1690, día de la Epifanía del Señor. El 24 de octubre de 1770 fue fundado el Monasterio del Carmen de San Rafael por el corregidor D. Manuel Zañartu y luego otros en el resto del país. La llegada de dichas religiosas a Chile, aún cuando observaran una severa clausura, contribuyó a la propagación y fortalecimiento de la devoción carmelitana en el país, logrando en de cinco años veintiuna vocaciones de jóvenes en Santiago. También ellas, con licencia del obispo, establecieron una Cofradía, la cual tuvo gran aceptación entre los habitantes de Santiago, quienes se inscribían imponiéndoseles el escapulario y comprometiéndose “a cumplir con ciertos requisitos de oración y ayunos”. Esto les valió algunos roces con el mayordomo de la Cofradía del Carmen de los Hermanos Hospitalarios, pero la cuestión fue zanjada por el Vicario General D. Jorge Montes a favor de las carmelitas.

El origen de la procesión de la Virgen del Carmen en Santiago data desde 1678, año de la fundación de la Cofradía por los Hnos. Hospitalarios de San Juan de Dios. Se realizaba cada 16 de julio por las calles del centro de la ciudad, hasta que en 1818 fue trasladada al tercer domingo de octubre, para conmemorar la llegada de O´Higgins a Maipú para poner la primera piedra del Templo prometido. Posteriormente, en 1971, se fijó como fecha el último domingo de Septiembre, mes de la Patria, para la procesión y el Día de la Oración por Chile, fecha que se conserva actualmente.

La imagen de la Virgen del Carmen que utilizaban en un comienzo los agustinos en Santiago, fue mandada confeccionar a Quito, en 1758, por don Martín Lacunza, el cual la prestaba para las procesiones celebradas anualmente los 16 de julio. Luego fue donada por la familia al cardenal J. María Caro, quien en 1945 la trasladó al Templo de Maipú, donde se encuentra hasta hoy.

La imagen que se venera actualmente en la Catedral de Santiago data del siglo XIX. Llegó a Chile en 1828, encargada a la casa Rorissier, París, por José Ramón Ossa y Mercado, para su residencia en Copiapó. El año 1865 fue trasladada a Santiago por los Ossa Quesney, quienes la prestaban a los Hospitalarios para las procesiones de todos los años. El 14 de noviembre de 1874 la Cofradía adquiere la imagen, por medio de Francisco Echenique Tagle y Macario Ossa Cerda, mayordomos de la Orden por entonces. Los ropajes y las joyas que la adornan, donadas muchas veces por los fieles en demostración de cariño por su Patrona, son propiedad de la Cofradía.

Ésta ha tenido diferentes sedes a lo largo del tiempo. En un principio funcionaba en el convento de los Hospitalarios (Alameda con Santa Rosa), pero mientras duraba la construcción de la iglesia del hospital que habían iniciado en 1803, pasó a asilarse provisoriamente en el convento de las Clarisas (Alameda con calle de las Claras, hoy Mac-Iver). El año 1819, se trasladó al Templo de San Agustín (calle Estado), en vista de que aún no se terminaba la construcción de la iglesia del hospital, y para alegría de los agustinos, quienes prometieron su cooperación y dieron gran auge a dicha institución.

Años más tarde, en 1887, por discrepancias entre la Cofradía y los superiores de San Agustín, el Arzobispo cambia de sede la imagen y se traslada a la Parroquia del Sagrario, a un costado de la Catedral, hasta el 14 de octubre de 1890 en que fue llevada a la Basílica del Salvador –cuya construcción comenzó en 1873, con aportes de la Cofradía– con decreto de inamovilidad, siendo obispo de Santiago Monseñor Mariano Casanova. El altar en que se veneraba la imagen de la Virgen del Carmen en la Basílica era propiedad de la Cofradía, puesto que fueron las camareras quienes lo costearon. Sin embargo, luego del terremoto de 1985 la Basílica quedó en muy malas condiciones, haciéndose necesario un nuevo traslado de la imagen a la Catedral metropolitana, donde se halla por decreto desde el 11 de diciembre de 1996.

III. Las Camareras de la Virgen del Carmen

La necesidad de que mujeres se encargaran de la atención y ornato personal de la Imagen y sus pertenencias dio origen a la rama femenina de la Cofradía, llamadas Camareras de la Virgen. A partir de 1858 fueron admitidas, mediante el artículo 32 de los primeros estatutos en el que se señala: “el Mayordomo presentará al Consejo en el Capítulo General, una terna de las señoras más idóneas por su celo y virtudes, para que con el título de Camareras de la Santísima Virgen, éste elija una que cuide de las galas, adornos, ternas y ornamentos pertenecientes a la Cofradía, como asimismo vestir las imágenes y adornar las andas para la fiesta de la Virgen y funciones extraordinarias que tenga la Cofradía”. La primera camarera que figura en los libros de actas es doña María del Socorro Valdivieso (en 1868). La Cofradía fue creciendo con los años atrayendo a una gran cantidad de mujeres piadosas al servicio de Nuestra Señora del Carmen.

Este nombre se daba antiguamente a las doncellas encargadas de atender a damas principales y por extensión de la palabra lo reciben en una cofradía aquellas mujeres cuya misión es cuidar y vestir una imagen. Las camareras, al mando de la Camarera Mayor, deben preocuparse de “mantener siempre en riguroso orden y cuidado todo lo que se refiere a la majestad del culto en el Altar” y también “guardar todos los objetos del culto que pertenecen a la Cofradía Nacional, y asimismo, las joyas y galas reservadas en la bóveda, que debe destinar al uso exclusivo de la Virgen del Carmen”. En un sentido más profundo, las camareras están llamadas a difundir la devoción a la Virgen del Carmen en todos los estamentos de la nación, y a honrarla como nuestra Reina y Patrona. Como modo de propagar esta devoción y para celebrar el término y entrega del altar de la Virgen del Carmen en la Basílica del Salvador en 1936, se acordó organizar la consagración de los hogares a Nuestra Señora del Carmen, a cargo de las Camareras, quienes instaban a los habitantes de Santiago a consagrarse a Ella y colocar su imagen en la casa, rezándole diariamente el Rosario en familia.

El pertenecer a la Cofradía Nacional del Carmen las compromete especialmente con una profunda vida espiritual, centrada en la celebración Eucarística (todos los miércoles en la capilla del Sagrario) y el rezo diario del Santo Rosario. “Se recomienda encarecidamente a las Damas Camareras el trabajo con fervoroso entusiasmo en el culto y fomento de la devoción a la Santísima Virgen del Carmen, a base del Rosario en familia, y si es posible en público, por medio de la Consagración de los Hogares a la Patrona Principal de la República de Chile”. También están a cargo de la Novena de la Virgen del Carmen (desde el 8 al 16 de julio) y la organización de la procesión anual en honor a la Virgen del Carmen el último domingo de septiembre, el Día de la Oración por Chile, por sus gobernantes y los miembros de la Iglesia. Asimismo, se preocupan de la confección de escapularios, rosarios, estampas afiches de la Procesión y la Novena que envían en encomiendas a todos los obispados de Chile y muchas obras de caridad en hogares, cárceles y colegios.

Las camareras en su labor de difusión han propiciado la entronización de la imagen de Nuestra Señora del Carmen en los hogares, escuelas y parroquias a lo largo de todo Chile.

Padre y una sola Madre, la Madre de Dios, Madre nuestra, los Chilenos.

Marzo de 2004.

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FUENTES

Reina de Chile - Artículo Revista Católica de 1936

Declara Feriado el día 16 de Julio de cada año

viernes, 9 de diciembre de 2011

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El desconocido chacolí de Chile
José Luis LEJONAGOITIA

La controversia en torno a los propósitos de elaborar un llamado “chacolí de Burgos”, y las consiguientes protestas formulados por los Consejos Reguladores del Txakolí de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, han descubierto a muchas personas que en Chile hay un vino llamado “chacolí”. Incluso para los propios chilenos resulta un vino invisible, pues son pocos los que actualmente saben de su existencia.
En la última década del pasado siglo, visité asiduamente, por motivos profesionales, diferentes lugares de Chile y aunque me interesé por sus vinos, visitando incluso la bodega de Cousiño Macul, próxima a Santiago, nadie me habló del chacolí criollo. Más tarde, indagando el origen del mismo, no he logrado datos concluyentes que relacionen su “llegada” a Chile, y posterior permanencia en el país.
Un poco de historia
Las primeras uvas que llegaron a Chile son conocidas como País, (en California Misión), Criolla, etc. Alonso Ovalle (1603-1651), influyente jesuita autor de «Histórica relación del Reyno de Chile», cita, además, las Moscatel, Torrontés, Albillo, Común Negra, y la Mollar, pertenecientes a la viticultura española del siglo XVI, según el libro de Agricultura General, publicado en 1513 por Gabriel Alonso de Herrera por encargo del Cardenal Cisneros.
El vino llega a Chile con los conquistadores: a Pedro de Valdivia y Diego de Almagro se les atribuye la introducción de la viticultura, aunque otras fuentes asignan a don Diego de Oro la creación de viñedos en Concepción (1550), y a don Diego García de Cáceres en Santiago (1554), pues siendo uno de los capitanes fieles a Valdivia, fue nombrado regidor perpetuo de Santiago y gobernador de la ciudad de Valdivia en 1558. Pertenecen también a los primeros tiempos los cultivos emprendidos por Francisco de Aguirre —capitán con Valdivia en la conquista de Chile—, en la zona de las actuales Copiacó y La Serena, donde todavía se conserva una viña1 con el nombre del preclaro iniciador.
Y del chacolí de Chile, ¿qué se puede decir? Históricamente no hay mucho para escribir, pues quizás nuestro vino se fue muy joven para “hacer las Américas”, en una nao de hinchadas velas, y hasta se podría asegurar que de polizón. Y ni siquiera sabemos si lo que emigró a Chile fueron los sarmientos, el vino o tan solo el nombre: Chacoli. ¿Y quién fue el porteador anónimo que no registró su nombre ni siquiera en la pequeña historia de los vinos sencillos y populares?
La lista de bodegas —viñas— modernas conserva nombres que podrían relacionarse con el chacolí, siquiera en sus comienzos: Aresti, Viña Echevarría, Viña Errázuriz, Viña Francisco de Aguirre, Viña Los Vascos, Viña Tarapacá Ex-Zavala, Viña Undurraga, Vinícola de Aguirre. Relación extensiva a Viña Cousiño-Macul, fundada por Matías Cousiño, en 1856, en la hacienda otorgada en Macul, en 1564, por Felipe II al conquistador español Juan Jufré. Fallecido don Modesto en 1863, sus muchas propiedades pasaron a su único hijo Luis, fallecido a la edad de 38 años, tomando entonces el timón de los negocios, bodega incluida, su viuda doña Isidora Goyenechea.
Algunas de las citadas, son bodegas de añeja estirpe, y otras más recientes, pero aún las primeras no son anteriores a 1850, y a medida que adquirieron renombre, plantaron sus viñas con variedades francesas principalmente, algunas italianas, otras tantas alemanas, y conservaron unas pocas de la época colonial.
El difícil rastro del chacolí
Por algún tiempo se achacó a los indios araucanos la destrucción de viñedos, en sus ataques a los asentamientos, y aunque algunos casos se dieron, los araucanos preferían llevarse las uvas y hacer lo que comúnmente se conoce hoy en Chile como chicha. Y así, el chacolí en Chile tiene una larga historia, unido a la chicha que tomaban los indios antes de la llegada de los conquistadores. Ampliando estos datos, Juan Ricardo Couyoumdjian, Profesor del Instituto de Historia de la Universidad Católica de Chile, declara que las otras bebidas producidas de la vid eran las chichas y el chacolí.
La chicha obtenida a partir del maíz, la describen los primeros conquistadores como bebida alcohólica, resultante de fermentar en agua, cebada, maíz tostado, piña y panocha (panoja), y añadiendo especias y azúcar. Su sabor era el de una sidra de inferior calidad. Los promaucaes y los araucanos, preparaban la chicha con frutos de ciertos árboles o arbustos, tales como el huinguin2, molle3, maqui4, diferentes especies de mirto5 y sobre todo el mirto uñi o murtilla.
La chicha de uva —bebida popular, de escasa calidad—, hizo su entrada, y cuentan las crónicas que su consumo adquirió gran fuerza frente al vino, es decir, lo anduvo derrotando en el favor popular. El prestigio como trago nacional de la chichita, así llamada en sus primeros tiempos, es muy merecido y de gran antigüedad. Pasado el tiempo la chicha y el chacolí unieron sus destinos, al calor popular del pueblo llano, participando en fiestas y parrandas, alcanzando el honor de figurar en letrillas de canciones primero, ingresando después en relatos literarios de escritores y poetas.
Por la falta de azúcar y taninos, el chacolí se deterioraba al cabo de cinco o seis meses. Sin embargo, su calidad podía ser excelente como era el que elaboraba Joaquín Tocornal en su viñedo cerca de Ñuñoa6 y que producía 5.300 arrobas con 25.00 plantas.
El profesor Hernán F. Cortés Olivares, en un artículo sobre el tema escribe que: «Pese a que algunos venerables poetas han bautizado nuestra tierra, como “la tierra del vino”; del vino o del aguardiente, del pisco o las alojas, de las mistelas o los pajaretes, de la chicha o el chacolí, de la grapa o el anís, poco o casi nada se ha recuperado de la memoria colectiva.» En el mismo trabajo define «Las uvas de las parras y viñas que ingresaron al país antes de 1548 crecieron en el clima seco del Norte semiárido, que junto a la alta luminosidad ambiental climática las maduraba con una elevada concentración de azúcar produciendo un vino licoroso, con un sabor dulce apasado y con una graduación alcohólica que superaba al espíritu del vino que se producía entre Santiago y Concepción. Nuevas tierras, nuevo sol: un nuevo producto. La permanencia hasta nuestros días de dos bebidas alcohólicas de origen español, una denominada Pajarete, producida en el valle del río Huasco y valle del río Elqui y, la otra, el chacolí, producto genuino del valle de Copiapó y del valle del Choapa, es un testimonio histórico de la adaptación y reproducción de ciertos productos europeos para recrear la vida cotidiana de sus orígenes culturales y telúricos.»
El presente del chacolí chileno
Aunque se produce chacolí en varios lugares de Chile, el más conocido es el de Doñihue, donde con muestras de la artesanía local, en particular vistosas y coloristas chamantas, y música folklórica, se celebra cada año la “Fiesta del Chacolí”, evento que reúne a muchas personas de la región y con el cual se celebra el aniversario de la fundación de la comuna.
La Fiesta del Chacolí data de 1975. Originalmente, se visitaba a las personas que fabricaban el chacolí, cuyas casas estaban rodeadas de jardines y bodegas, característica que hacía más atractiva la visita a esos lugares. En cada casa, las autoridades eran atendidas en las mismas bodegas y se les servía chacolí (no navegado) en mates grandes, mistelas, tragos caseros en general, sopaipillas, picarones, empanadas, etc.
No está agotado el tema, pero sí el espacio. Queda abierta la posibilidad de volver más adelante con aportaciones sobre el particular.
Bibliografía
- Anglicismos en el español de Chile. Leopoldo Sáez Garay. Universidad de Santiago de Chile, Santiago, Chile; Sociedad Chilena de Lingüística, Santiago. Chile.
- Cariño Botado. Geografía del mito y leyendas chilenas. Versión de Oreste Plath.
- Una bebida moderna: la cerveza en Chile en el siglo XIX. Juan Ricardo Couyoumdjian. Profesor del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
- El vino, señor del espíritu. Karen P. Müller Turina. Universidad de Chile.
- Era una vez, en un supermercado muy lejano. Darío Oses.
- Evolución de los precios en el siglo XIX. Luis A. Riveros. Magister en Economía, Escolatina, Universidad de Chile; M. A. y Ph. D., Universidad de California, Berkeley.
- Índice de precios al por mayor, Chile 1897-1929! Mario Matus G. Candidato a Doctor en Historia Económica. U. de Barcelona-U. Autónoma de Barcelona. Prof. Universidad de Chile.
- Los inmigrantes franceses y la viticultura en Chile. El caso de René F. Le Feuvre. Félix Briones Quiroz. Doctor en Historia Social, Universidad de Sao Paulo, Brasil. Profesor de la Escuela de Historia y Geografía de la Universidad del Bío-Bío, Chillán.
- Ramadas y empanadas: La comida como metáfora identitaria en el 18 de septiembre. Elizabeth Holahan. Programa Magíster en Estudios Latinoamericanos. Universidad de Chile.
- Tradiciones-Licores artesanos. Extensión de la asignatura Tecnología de Alimentos hacia la Enología. 1910.
- Diversiones rurales y sociabilidad popular en Chile Central: 1850 – 1880. Jaime Valenzuela Márquez.
- Vinos en Chile desde la independencia hasta el fin de la Belle Époque. Juan Ricardo Couyoumdjian. Profesor del Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
1 Nombre que se da en Chile a lo que en España se denomina Bodega, en su sentido de entidad, o establecimiento en el que se elaboran los vinos.
2 En Chile piune, arbolillo de propiedades medicinales.
3 Del quechua molle. Árbol de Chile llamado por los botánicos sinus trifolius, cuyos frutos se emplean para una especie de chicha.
4 Voz araucana. Arbusto liliáceo chileno (aristotelia maqui) de unos tres metros de altura, que produce un fruto comestible redondo y morado.
5 Género de plantas mirtáceas , matas o flores de arbustos solitarias o agrupadas en racimos y fruto abayado con varias semillas. Entre sus especies, unas 60, propias de los países cálidos del Globo, se encuentra el arrayán y la luma de Chile.
6 La comuna de Ñuñoa pertenece actualmente a la provincia de Santiago, en la Región Metropolitana del mismo nombre. En realidad está integrada dentro del Gran Santiago (1891); sus habitantes disfrutan de una gran calidad de vida, y en su equipamiento cuenta con una gran zona cultural tanto a nivel nacional como capital. Posee gran cantidad de áreas verdes, deportivas y variados centros culturales.

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Anécdotas de la pelota vasca en América

Palmira OYANGUREN

“La pelota para el vasco es igual que la corrida para el español, incluso puede que signifique aún más. Bueno, algo como el sentido mismo de la existencia terrenal. Es un deporte, un frenesí, la manifestación de las pasiones del temperamento popular... Un extranjero admirado por la tierra vasca exclamó: ¡Este pueblo prodigioso es merecedor de vivir en un castillo de oro y plata! Sí señor, animadamente señaló su interlocutor vasco, pero con la condición de que en este castillo se pueda jugar a la pelota”. Ensayista alemán, Kurt Tucholsky en “El libro de los Pirineos”.

La historia de los historiadores se preocupa de los grandes hechos de la humanidad: descubrimientos, guerras, héroes y a veces olvida al hombre de carne y hueso, que trabaja, lucha, se divierte, que vive detrás del personaje. En ese su día a día surgen las anécdotas, sucedidos sabrosos que son transmitidos de boca en boca dándole sabor a la rutina. Es así como también nos llegan las curiosidades en el mundo de la pelota.

Donde pone un pie un vasco lleva consigo su cultura ancestral. Es por eso que los primeros conquistadores vascos en llegar a América divulgan en estas lejanas tierras el juego de la pelota. Poco a poco se va instalando en los distintos países americanos y su gusto prende rápidamente entre los lugareños. Su práctica, tan democrática, no hace diferencia entre clases sociales y se asimila de tal forma en esta parte del océano que, adaptándose a las necesidades de cada lugar, se crean nuevas modalidades.

Un breve paseo por el continente

Ya en el siglo XVI con los conquistadores, llegaron también los primeros pelotaris. Tanto es así, que el mismo Diego de Almagro, descubridor de Chile, era aficionado a dicho juego. Por otra parte, se le atribuye al gobernador García Hurtado de Mendoza (1535- 1609), de origen alavés, fomentar su práctica al sur del mundo. Es así como ordenó traer “más de tres mil pelotas para que se vendiesen por los mercaderes con quienes tenía trato” y “haber desecho una construcción que estaba hecha a costa de Su Majestad para guardar las municiones, para que se vendieran las pelotas y se practicase dicho juego”.1 Por este acontecimiento, que consta en el juicio de residencia de 1561, fue acusado el futuro virrey del Perú, García Hurtado de Mendoza.

Junto al gobernador, vino también a Chile un contingente entre los que se destaca Alonso de Ercilla y Zúñiga, poeta autor de La Araucana, quien también era un asiduo jugador y que más de un partido debe haber acordado en estos confines. El biógrafo e historiador chileno, José Toribio Medina Zavala (1852-1930) así lo señala: “de noble linaje, paje de Felipe II, Ercilla frecuentaba el juego de la pelota, según era corriente en gentes de su posición, donde nunca faltaban altercados, como el que tuvo con Jerónimo de la Caballería. Y es de suponer que se apostase algún dinero no menor. Consta por escritura que don Jerónimo reconoció deber tres mil reales a Ercilla”.2

Al otro lado de la cordillera, en Argentina, se recuerda la muerte de don Martín Irigoyen Dodagaray, en noviembre de 1888, durante el transcurso de un partido en la plaza Euskara. Este desafortunado espectador era el padre de don Hipólito Irigoyen, quien años más tarde sería presidente de la República Argentina.

La invención de la pelota paleta se le atribuye a Gabriel Martirén. Nacido en el cantón de Saint-Étienne-de-Baïgorry cerca de 1880, migró a la Argentina antes de finalizar el siglo XIX. Se radicó en Burzaco, cerca de Buenos Aires, donde se dedicó, como muchos otros vascos, a la lechería. Allí introdujo en 1905 la variante conocida como pelota paleta, pelota argentina o pelota goma. Para ello comenzó a utilizar como pala una paleta vacuna, debidamente moldeada y pulida, que reemplazó poco después por palas de madera con la misma forma, confeccionadas con tablas de los cajones de cerveza. Simultáneamente, utilizó pelotas de tenis desprovistas de su capa externa de felpa, que luego fueron reemplazadas por pelotas de caucho negro y duro. Fue tal su pasión por este deporte que en su epitafio aparece: “A la memoria de Don GABRIEL MARTIREN, inventor de la pelota a paleta”.

Más al norte, en México, en el siglo XIX era tal el interés por este deporte que las clases acomodadas construían frontones en los patios o jardines de sus residencias, existiendo también frontones populares, en los que se pagaba por hora de juego. En México también surgió, en el año de 1916, una nueva especialidad dentro de la pelota, el frontenis.

El revolucionario mexicano Doroteo Arango Arámbula, más conocido como Pancho Villa, fue otro fanático jugador. Tras retirarse de las armas, hacia 1920, se instala en la Hacienda de Canutillo, la que transforma en una próspera granja agrícola y ganadera. Pero no todo fue trabajo, también se dio tiempo para algunas distracciones, como jugar pelota.

Un punto en el Caribe donde causó furor durante el siglo XIX, fue Cuba. La modalidad de la cesta-punta llegó a deslumbrar al propio Hemingway, que en una de sus crónicas relató con pasión el drama que vivió Tarzán Ibarlucea en plena cancha: “al de Etxebarria le abrieron la cabeza con un pelotazo”. Hemingway tenía amistad con muchos vascos, entre ellos Andrés Unzain o “el cura rojo”, número uno del batallón de ametralladoras de los gudaris, apasionado de la cesta punta y con quien el escritor frecuentaba el frontón. Llegaban a su casa todos los jugadores de pelota, los que bebían y comían en abundancia y sólo necesitaban unas horas de descanso antes del partido. Guillermo Amuchástegui, el monarca; Félix Areitia, el canguro; Julián Ibarlucea, el tarzán su hermano Francisco y Carlos Quintana, participaban de una de estas famosas comidas cuando llegó la noticia de la invasión alemana a Rusia, suspendiendo en el acto la reunión.

Al país de origen de Hemingway, Estados Unidos, llegaron muchos vascos los que se dedicaron en su mayoría a la hotelería, donde también había canchas de pelota. Quizás el más conocido de todos estos hoteles sea la Casa Vizcaína de Valentín Aguirre, en Nueva York. Aquí los vascos eran acogidos a tal punto que era el mismo Aguirre quien les hacía el itinerario y además, debido a que pocos de ellos hablaban inglés, les escribía carteles indicando la dirección donde iban o lo que comerían.Joe Eiguren recuerda que su nota ponía huevos con jamón. “Me sirvieron huevos con jamón a todas horas. Desde entonces no he podido volver a probarlos”.3

Desde antaño hasta nuestros días, en cada rincón de América, cientos de jugadores dejan dentro y fuera de la cancha miles de historias —merecedoras algunas quizás más que otras de ser contadas— pero sin lugar a dudas, todas permanecerán en el imaginario colectivo de esta gran familia del mundo de los pelotaris.

1 “Historia General de Chile”, Diego Barros Arana, Tomo II, página 228.

2 “Vida de Ercilla”, Toribio Medina. Biblioteca Americana. Primera edición 1948. Impreso en México.

3 “Historia de la pelota vasca en las Américas”, Carmelo Urzua. University of Nevada, Reno. 1994, Elkar.

Otros textos y páginas web consultadas: Federación deportiva peruana de paleta frontón, Federación mexicana de frontón, Fundación vasco argentina Juan de Garay y “Hemingway en Cuba”, Yury Páporov, siglo XXI Editores.